Azucena Uresti en peligro, ¿Qué sigue para los periodistas?
José Luis Camacho Acevedo
Después de revisar el amenazante mensaje por video del Cartel Jalisco Nueva Generación a la periodista Azucena Uristi, recordé una plática que tuve con Don Francisco Galindo Ochoa.
En su mesa del Champs Elisses, durante la comida, no pude contener mi interés de preguntarle a Don Pancho algo que me tenía como una pregunta pendiente.
Una pregunta que tenía que hacerle a esa enciclopedia de las formas de comunicación en México como era Don Pancho.
Y como no queriendo le espeté: ¿Don Pancho, nunca se sabrá realmente quién mandó asesinar a Manuel Buendía?
El viejo sabio me contestó: “Usted ya sabe que eso es un caso cerrado con la detención de uno de los colaboradores de Manuel Barttlet”.
Concluyó diciéndome que el asesinato de Buendía fue un acontecimiento que tenía un fuerte aroma a un crimen d estado. No agregó nada más a su reflexión. U me cambio el tema de nuestra comida.
Pero hoy la amenaza a Azucena Uresti se da en condiciones muy distintas a las que prevalecían cuando asesinaron a Manuel Buendía.
Hoya ya no se teme tanto a los asesinatos políticos, (los últimos más notables fueron los de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruíz Massieu) como el miedo que genera la brutalidad y la sangrienta forma de operar de los carteles como el Jalisco Nueva Generación.
El 30 de mayo de 1984 la periodista Carmen Aristegui comentaba en su portal lo siguiente:
“Buendía era en aquél entonces autor de la columna “Red Privada”, que publicaba en el periódico Excélsior. La investigación llevada a cabo años después reveló que el autor intelectual de ese asesinato fue José Antonio Zorrilla, director de la Dirección Federal de Seguridad del gobierno mexicano, delito por el que fue encarcelado.
El libro de Granados Chapa sobre este caso fue concluido por su hijo, Tomás Granados Salinas, y por el periodista Tomás Tenorio.”
Y Aristegui adelanta una parte del texto de Granados Chapa titulado: Buendía, el primer asesinato de la Narcopolítica.
“La noche del 30 de mayo de 1984 José Antonio Zorrilla parecía haber cometido el crimen perfecto. Presidía el funeral de su víctima, Manuel Buendía, y se le había confiado la investigación del asesinato, perpetrado apenas horas antes por agentes a sus órdenes.
Agobiada por la cruenta y súbita desaparición de su esposo, su compañero durante treinta años, doña Dolores Ábalos no tenía ánimo para recibir las condolencias de las decenas, cientos quizá, de personas que desfilaban por la capilla ardiente, en Gayosso de Félix Cuevas, adonde Zorrilla dispuso que se velara el cadáver del periodista de quien se reputaba amigo. Habló primero con José Manuel, el mayor de los hijos de Buendía, quien transmitió a doña Dolores la noticia de que su padre había sufrido un percance. Cuando llegaron al despacho, ya había sido levantado el cuerpo, y Zorrilla les dio la terrible noticia.
Ante el azoro de la viuda, el director federal de Seguridad, jefe de la policía política del gobierno federal, organizó las exequias de Buendía, con gastos a cargo de su oficina. Dispuso que se le velara en la sede sur de la principal agencia funeraria de la ciudad, aunque se hallara a gran distancia del domicilio del finado, pues la escenografía que había montado requería de amplios espacios, donde circulara el gentío que debía verlo presidiendo el sepelio como si fuera el deudo principal. Con aguzado sentido teatral, deambulaba entre los dolientes, recibía el pésame y se gloriaba de su amistad con quien allí era velado. Vestía una gabardina azul, semejante a la que Buendía llevaba puesta horas antes, cuando lo alcanzaron las balas de un agente subordinado suyo. Dispuso también que el entierro ocurriera en Jardines del Recuerdo, en Tlalnepantla, y que fuera único orador al pie de la tumba el periodista León García Soler, ajeno por supuesto a la intriga con que Zorrilla se protegía a sí mismo.”
Hoy la violencia brutal e inclemente de los nuevos carteles que operan en México, organizaciones que ya segmentadas pasan de las 200 a lo largo del país, es la amenaza para los periodistas mexicanos.
No es lo mismo un asesino solitario como el que ultimó a Buendía, que una ráfaga de las sofisticadas metratalletas que poseen los integrantes como los del Cartel Jalisco Nueva Generación.
Si esa organización criminal atentó contra la vida de un resguardado jefe policíaco como Omar García Harfuch, ¿Qué puede esperar una comunicadora inerme como Azucena Uresti?
Graves tiempo de violencia el que vivimos los comunicadores.
Esperamos la reacción de las autoridades de seguridad del gobierno federal.
EN TIEMPO REAL
1.- Por iniciativa de la Secretaría de Cultura y Turismo estatal, el Taller de Poesía y Escritura Transdisciplinaria será guiado por el poeta, cronista y guionista de cine, radio y televisión, José Manuel Pintado. Por instrucciones del gobernador Alfredo del Mazo Maza, la difusión va dirigido a residentes del Estado de México, quienes tengan interés en explorar, a través de la palabra y la escritura, su propia creatividad.
2.- Nuevo fin de semana sangriento en Guanajuato. Más de 40 homicidios dolosos. Algo se tiene qué hacer ante tanta demostración de brutalidad del crimen organizado.
3.- Extensa y digna de ser revisada varias veces, la entrevista que Ciro Gómez Leyva realizó al rector de la Escuela Libre de Derecho Ricardo Antonio Silva Díaz.
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