El periodismo tiene la dicha de sanar a la gente: Isabel Ortega

El periodismo tiene la dicha de sanar a la gente: Isabel Ortega

-Las Guerreras del Periodismo VI-

Por Edmundo Cázarez C

-Primera de tres partes-

El pasado domingo 2 de junio de este incierto 2024, una gran mayoría de mexicanos decidió, al emitir su voto, que Claudia Sheinbaum Pardo, resultara triunfadora en la contienda electoral, convirtiéndola en la primera mujer que habrá de ocupar la silla presidencial durante el periodo 2024 – 2030. De esta manera, desde 1824 a 2024, México había estado acostumbrado a una política patriarcal, siendo Guadalupe Victoria el primer presidente de la República y culminando con Andrés Manuel López Obrador que, gracias a Dios, cumple con su mandato el lunes 30 de septiembre. Así es que, a partir del martes 1º de octubre, todo, pero todo, habrá de girar en torno a la mujer, es por ello que me atrevo a decir que, al iniciar el último trimestre de este 2024, el ambiente social que habremos de respirar, a lo largo y ancho del territorio nacional, trae consigo un dejo de esperanza porque el matriarcado que viene… ¡ya nada lo detiene!!

Después de esos 390 largos años, México se incorpora al grupo de naciones latinoamericanas que han tenido una mujer al frente de los destinos cada uno de esos países. Insisto, todo habrá de girar en torno a la mujer ¿Por qué no rendirles un sencillo reconocimiento a cada una de esas intrépidas mujeres que ejercen brillantemente, en cuerpo y alma, esta bendita profesión del periodismo?

Retomando la saga “LAS GUERRERAS DEL PERIODISMO”, que iniciamos a finales de 2023, con la realización de interesantes entrevistas de semblanza a cada una de estas valiosas y orgullosas mexicanas. Extraordinarias periodistas que han dejado a un lado su vida privada, su familia y hasta su libertad por el periodismo. Cada una de ellas, se han desenvuelto en muy diferentes medios de comunicación, algunas, como resultado de su presencia en las pantallas de televisión o de la radio son más conocidas, pero otras, trabajan con el mismo empeño y entrega desde el “anonimato” y desde sus “trincheras”, ya sea en medios de comunicación de provincia, sin importarle las condiciones geográficas “limitantes”, su quehacer periodístico lo llevan a cabo exitosamente, y no, por buscar la fama o el prestigio, sino por una auténtica pasión y entrega que sienten por el periodismo y una férrea defensa de la libertad de expresión.

Mi estimado lector de EL UNIVERSAL, antes de invitarle para que me acompañe por este apasionante transitar de las aguerridas mujeres por los medos de comunicación, lo que me permite calificarlas como verdaderas GUERRERAS DEL PERIODISMO, deseo agradecer de todo corazón, las múltiples facilidades que me brindó el personal que labora en las modernas y funcionales instalaciones de la Hemeroteca Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México, para poder documentarme al respecto.

A lo Mero Macho, que agradable experiencia fue empaparme de cada uno de los avatares que han realizado un sinnúmero de extraordinarias mujeres, orgullosamente mexicanas, quienes a finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, eran unas incipientes reporteras que no se explicaban, mucho menos, aceptaban o podían digerir que su incursionar en el ámbito de la información y el periodismo, les resultaría tan complicado.

Inexplicablemente, durante muchos años, quienes se “ostentaban” como los máximos “jerarcas” de las redacciones y hasta los mismos propietarios de los medios de comunicación, exigían que las mujeres que lograban “colarse” al grupo de reporteros de un periódico, revista, noticiero de radio o de televisión, cubrieran única y exclusivamente todo lo que tuviera que ver con las modas, la alimentación, el espectáculo y la vida frívola del país, sin embargo, no faltaron atrevidas y sagaces mujeres que se atrevieron informar sobre asuntos considerados “exclusivos” de los hombres reporteros… 

¡Qué estupidez!!, las mujeres son muy inteligentes y requeté buenas para investigar. De acuerdo a la información que pude recabar en la Hemeroteca Nacional de la UNAM, mi estimado lector de EL UNIVERSAL, El Gran Diario de México, quiero contarle que allá por 1907, en los Estados Unidos de Norteamérica, fue Ina Eloise Young, quien años más tarde se le conociera como Ina Young Kelly, la única mujer dedicada en cuerpo y alma al periodismo, reportera y editora de la sección de deportes, desempeñándose a la perfección en las especialidades de Beisbol, Futbol y Carreras de Caballos para el periódico Trinidad Chronicle News. Así es que el trabajo de Eloise, resultó de tanta calidad, que en 1908 se convirtió en la única mujer a nivel mundial, experta en la información de la Serie Mundial de Beisbol.

En México, allá por 1035, Delfina Aguirre, acompañada de su pareja Adolfo Mondragón, decidieron trasladarse de su natal Torreón, Coahuila a la Ciudad de México con la ilusión de colaborar para el periódico La Prensa, elaborando artículos y reportajes para la fuente policiaca, que a decir verdad, dicha “fuente policiaca”, por aquella época no existía como tal, motivo por el cual, Delfina Aguirre se convierte en la primera mujer periodista dedicada a la “nota roja”, por más de treinta años.

Para no perderme en las páginas de la historia del periodismo, solo quiero comentarle, mi estimado lector, que doña Leona Vicario, puede ser considerada como la primera mujer periodista de México, pero eso, se lo iré narrando durante la entrega de cada capítulo de esta saga “LAS GUERRERAS DEL PERIODISMO”

El día de hoy, una vez que fue electa la primera mujer presidenta de nuestro país Claudia Sheinbaum Pardo, qué mejor ocasión para retomar la VI entrega de “LAS GUERRERAS DEL PERIODISMO”, trabajo que habíamos comenzado y nos vimos obligados suspenderla mientras transcurría dicho proceso electoral. 

Después de la tormenta viene la calma, así es que, con renovados bríos, reanudamos esta interesante saga. Ahora, con la presencia de una mujer fuera de serie, Isabel Ortega Morales, una orgullosamente mexicana, quien reconoce y acepta que se encuentra atrapada en los medios de comunicación, sin que le quite el sueño, sigue siendo la misma, una persona sumamente sencilla y humilde en su forma de ser, quizás, una silueta solitaria perdida en la soledad de la cabina de Suriana Radio, de la que es directora general, ubicada en la planta baja de una modesta casa en Tlapa de Comonfort, Guerrero, desde donde transmite las 24 horas, en la frecuencia de 107.9 FM, sus prestigiados espacios informativos, así como una estupenda selección de música que resulta un agasajo al oído.

En esta primera parte de una amena e interesante charla con EL UNIVERSAL, Isabel Ortega Morales comenta: “Gracias a esta bendita actividad del periodismo, cuando le das la palabra a quienes no tienen la manera de hacer llegar su voz, tal parece que estás sanando el fondo de su alma, y el periodismo, tiene la dicha de sanar a la gente, les abre los ojos y da esa voz a quienes no pueden expresarse libremente”

Profundamente enamorada de México, este grandioso país que la vio nacer, como ella misma lo califica, afirma que la maravilla de nuestros pueblos radica que son como enormes bibliotecas, siempre permanecen abiertas y es a partir de esos saberes, es como aprendes a respetarlos y preservarlos. Al hacer un rápido viaje a su etapa infantil en Chilapa, Guerrero, sumamente emocionada hace remembranza que resultaba una fantasía vivir en el campo, custodiada por caballos y teniendo como techo un infinito lleno de estrellas.

Una destacada periodista y locutora, originaria de Tlacotepec, municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero. Es licenciada en Periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, además, cuenta con una Maestría con especialidad en Educación por la Escuela Superior en Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Colima, así como una licenciatura en Lenguas y Literatura por la Universidad Autónoma de Guerrero.

A lo Mero Macho, Isabel Ortega es una mujer de nuestro tiempo, durante más de 19 años, ha tenido una intensa actividad dentro del periodismo, desempeñándose como editorialista y coordinadora del Suplemento “Mujeres del Sur”, del diario El Sol de Acapulco. Socia y coordinadora de la Asociación Civil Mujeres de Prensa de Guerrero, logrando llevar a cabo el proyecto de profesionalización de periodistas con más de cinco años de ejercicio y aprobado por la Universidad Autónoma de Guerrero en 1998.

Y por si fuera poco, desde 1993 a la fecha, se ha desenvuelto exitosamente en diversos cargos dentro de la comunicación social y como conductora de radio y televisión, entre los que destacan: coordinadora estatal del noticiero radiofónico AL SUR. Guionista y conductora en Guerrero del programa radiofónico La Hora Nacional de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación. Fundadora de los Sistemas Informativos de Radio y Televisión del Gobierno del Estado de Guerrero. Directora Operativa del Instituto Guerrerense de Cultura y Directora General de Comunicación Social del municipio de Tixtla, Guerrero, entre otras muchas responsabilidades más.

-Isabel muchísimas gracias por invitarme a Tlapa, Guerrero, es toda una experiencia de vida estar aquí, en la alta montaña del sureste mexicano ¿Cómo te va en la vida?

-Muchas gracias a ti y a tu nieto por venir hasta acá… ¿Cómo me va en la vida…? ¡Uff!!, creo que me va muy bien…

-A lo mero macho, estar aquí en Tlapa, Guerrero ¿Con qué actitud se debe ver la vida ante una perversa pobreza que impera en esta zona del país?

-En efecto, debe existir una actitud mucho muy positiva para apreciar que estamos vivos en esta zona completamente olvidada por parte de autoridades estatales y federales, sin embargo, existe un espíritu de lucha y superación de toda esta hermosa gente que, con su esfuerzo y talento, tratan de salir adelante…

-¿Por qué periodista?

-Déjame decirte que me tocó ser la hija de un padre médico y una mamá que se dedicaba a ser farmacéutica. Mi papá, el doctor Néstor Ortega Almeyda, además de ser un prestigiado médico cirujano, siempre decía que, él, no era quien curaba a los enfermos…

-Si no era él, ¿entonces quién?

-Una y otra vez, lo escuchaba decir que, quien aliviaba a los enfermos era Dios y no él, sino que solamente actuaba como intermediario, pero también, se daba su tiempo para ponerse a escribir…

-¿Novelas?

-¡Noo!!, sino que escribía artículos y notas informativas. Vamos, tenía un poco de todo, era un bohemio, un poeta y hasta un escritor encubierto. Además, tocaba la guitarra de manera fantástica…

-¿Si tu padre era médico, porque rayos no seguiste sus pasos?

-Ja, ja, ja, quiero decirte que estaba un tanto confundida o indecisa para dedicarme entre la medicina y el periodismo…

-¿De alguna manera, deseabas imitar a tu papá?

-Eso mismo me decían varios familiares, que yo quería ser exactamente igual que mi papá…

-¿A lo Mero Macho, querías imitar o no a tu papá?

-En algún momento, entré en una especie de conflicto existencial, es decir, por una parte, si quería seguir la carrera de la medicina…

-¿Qué te dijo tu papá cuando le comentaste que también querías estudiar eso?

-Me acuerdo que me invitó sentarme frente a él y me dijo algo maravilloso: “La medicina es una actividad que nos da la oportunidad de servir a los demás…”

-El periodismo también sirve a la sociedad, le permite estar correctamente informada…

-Pues sí, pero desde su perspectiva, mi padre hacía énfasis que la medicina era una actividad humanista ciento por ciento…

-Y tú, ahora que te dedicas de tiempo completo al periodismo, ¿Cómo lo defines?

-Es que, con el periodismo y una exacta aplicación de la palabra… ¡también se sana!!

-Órale, vaya frase, esa no me la sabía…

-Es que mira, si nos gusta realizar un buen periodismo, quiérase o no, también nos gusta sanar a los demás porque les abrimos los ojos y la mente.

-Insisto… ¿Cómo rayos puedes sanar a través del periodismo?

-Mira mi querido Edmundo, cuando le das la palabra a quienes no tienen la manera de hacer llegar su voz, tal parece que, tú, no las estás sanando, pero sí…

-Vaya, lo que uno aprende todos los días…

-Eran palabras de mi padre que se me quedaron muy grabadas, pero todavía era muy pequeña de edad…

-¿A esa corta edad, que otro tipo de información llegaba a tus oídos…?

-Recuerdo que escuchaba la XEW… “La Voz de América Latina, desde México”, como lo decía aquella célebre e inolvidable voz que salía del ronco pecho de Don Fernando Marcos…

-¿Cómo fue esa etapa infantil que vivió Isabel Ortega?

-Desde muy chiquita, cariñosamente, me decían “Chavina” Recuerdo que acompañaba a mi papá a brindar consulta a sus pacientes…

-¿Qué número te tocó ocupar dentro del seno familiar?

-Soy la mayor de 8 hijos…

-¿Siendo la mayor de sus hijos, eras algo así como la asistente ad/hoc?

-Fíjate que sí. Mi papá era una especie de médico rural, nos íbamos montando a caballo a infinidad de comunidades para visitar a sus pacientes…

-¿Y cuando les agarraba la noche en plena montaña?

-¡Era fantástico!!...

-¿Por qué? ¿No te daba miedo?

-Por supuesto que no, estaba acompañada, hasta me sentía protegida por mi papá. Me acuerdo que ponía los caballos como si fueran una especie de barrera, a un lado de una fogata que hacíamos en la montaña, abrazados y arropados por enormes gabanes, era como podíamos dormir en pleno cerro… ¡Que más podía pedir, además, tenía por techo las estrellas!!

-Woow, eso sí, que era un privilegio…

-Pero no solamente era eso, sino que mi papá también tocaba de maravilla la armónica y se acompañaba rascando las cuerdas de su guitarra y de repente, hasta el acordeón lo hacía que sonara fuerte. Eran fantásticas esas noches bajo las estrellas, con el sonido de una armónica y cabalgando a caballo…

-¿Mientras tu papá atendía a sus pacientes, qué platicabas con la gente?

-Me contaban infinidad de historias sorprendentes, hasta aprendí a declamar y me empezó a llamar la atención la oratoria…

-¿A qué jugabas o fue una infancia interrumpida?

-Si no me falla la memoria, creo que a “chavina” le gustaba mucho jugar a la matatena, es un juego que combinas con una pelota y la vas atrapando junto con unas cuentitas que se depositan en el suelo o sobre una superficie. Sí, sí, sí, ese era mi juego favorito. Pero haciendo memoria, mi papá también nos ponía a clasificar las mazorcas y aprender a conocer la naturaleza, sobre todo, teníamos que aprender a distinguir los diferentes colores y tamaños del maíz y preservarlo para la siguiente cosecha.

-Sin lugar a dudas, tu papá era un hombre con mucha visión…

-Fíjate que sí. Asimismo, fue uno de los que planearon la construcción de la carretera de Chilapa hacia Ocosingo, en ese entonces, únicamente había un camino de terracería. Mi padre se puso como meta la creación y construcción de un centro de salud para ese lugar…

-Era médico, conocía y sabía perfectamente las urgentes necesidades de la gente…

-Indiscutiblemente a pesar de ser médico, se ocupaba en reunir a un grupo de hombres, y hasta él mismo, hacían las funciones de albañiles y les ponía el ejemplo. Era sorprendente ver como lograba una participación comunitaria, ayudado por la fortaleza de mi mamá lograba cosas sorprendentes en beneficio de todos…

-¿Y tu afición por la lectura?

-Pues también se la debo a mi papá. Nos levantaba a las cinco de la mañana, nos ponía a leer…

-¿Qué leías tan de madrugada?

-Una de mis primeras lecturas fue la del ingenioso Don Quijote de la Mancha…

-¿Qué te llamó la atención al leer Don Quijote de la Mancha?

-Que los sueños, para lograrlos, es una constante lucha. Aprendes que cuando tienes sueños en tu mente, siempre vas a ser perseguido y para alcanzarlos, tienes que aprender a vencer los vientos. Aprender a caminar y vivir en contra del viento, pero, sobre todo, procurar que ese viento siempre vaya a tus espaldas para que te impulse y no regreses.

-Debo entender que en la escuela eras una niña “matadita…”

-Quizás, era una niña sumamente participativa en todo tipo de eventos culturales. Me encantaba que me invitaran para que fuera la maestra de ceremonias. También me gustaba declamar delante de todos mis compañeros…

-¿Eras buena para el “bailongo”?

-Sobre todo, me gustaba mucho participar en bailes regionales       

-¿Y hablando de calificaciones…

-Era sumamente “machetera”. Como me levantaban a las cinco de la mañana, primero, eran las lecturas y luego, era revisar las tareas que estuvieran a la perfección.

-¿Puros dieces de calificación?

-No, fíjate que no. Mi papá era muy enfático en ese sentido. Nos decía que, él, no quería que le lleváramos puros dieces, sino que aprendiéramos. Le importaba un comino si sacábamos un seis de calificación, pero que ese seis los lleváramos “tatuado” en conocimiento y no un diez olvidado.

-¿Reprobaste algún año?

-No, ninguno.

-¿Cuál fue esa etapa complicada?

-Que mi papá, como médico, lo iban cambiando constantemente de ciudad, para mí, era un empezar de cero siempre.

¿Un dolor alejarte de amigos, vecinos y compañeros?

-¡Indudablemente!! Era un mar de lágrimas cuando tomábamos el camino que nos llevaría finalmente hacia otra ciudad…

-¿Qué pasaba por tu mente en esos difíciles momentos?

-Que tenia que adaptarme a lo que viniera. Empezar a involucrarme con personas completamente desconocidas…

-¿Un comenzar sin fin…?

-¡Exacto!! Era un constante comenzar en ciudades tan diferentes…

-¿Al pueblo que fueres, haz lo que vieres?

-¡Guau!!, aprendes a respetar tradiciones y costumbres. Aprendes a escuchar otro tipo de personas y conocerlos, saber qué es lo que hacen…

-¿Apenas estas aprendiendo… ¡y zaz!!, viene un adiós repentino?

-La verdad sí, es algo doloroso, pero te llevas los conocimientos de esa gente que abandonas, así como como con la que llegas…

-¿Los pueblos por sí mismos, tienen un enorme conocimiento?

-Mi papá decía exactamente los mismo. Los pueblos son como enormes bibliotecas que permanecen abiertas siempre, a partir de esos saberes, es como aprendes a respetarlos y preservarlos…

-La vida misma es un constante aprendizaje…

-¡Exacto!!, es que nunca sabes cuándo necesitarás de esos aprendizajes, y de pronto, te das cuenta que ese conocimiento que escuchaste y las propiedades de una buena tierra, siempre te benefician en tu salud. Las cosechas de la hierbabuena, de la manzanilla, de la hoja de limón…

-¿Sí hay hierbabuena en ese lugar, seguro que no se acercarán las culebras?

-Mira, que bien, conoces los secretos pueblerinos… Todo eso se aprende de nuestros ancestros. Te enseñan un sinfín de cosas que regularmente les llamamos “remedios caseros…”

-¿Vamos, hasta las culebras y animales rastreros aprenden a respetar las bondades de la tierra, mientras que el ser humano la destruye?

-Esa es una de las muchas incongruencias de la vida. Cuando observas crecer a la yerbabuena en todo su esplendor, te das cuenta que estas parado en un lugar completamente seguro.

-¿Combinabas esa fantástica vida en el campo con programas de televisión para distraerte un poco?

-No, fíjate que no. La televisión la pude ver, por primera vez, estando en la Ciudad de México. Debido a que mi papá era de origen tamaulipeco y tuvo la necesidad de trasladarse a la Ciudad de México para cursar la carrera de medicina en el legendario edificio de San Idelfonso y por azahares de la vida, aquí se quedó…

-¿Cómo fueron esas vivencias con tu padre en aquella Ciudad de México?

-Entre esos miles de recuerdos, me viene a la memoria que me llevó para observar de cerca la construcción del Metro… ¡Recuerdo a la perfección sus palabras!!, me decía: “Mira Chavina, esta obra será histórica y beneficiará a millones de personas”

-¿Cómo fue el descubrimiento de la radio y televisión para ti?

-Más que ver la televisión, me gustaba escuchar la radio… -Totalmente nostálgica, se frota sus manos, acaricia su frente y suspira profundamente- “Era una delicia escuchar aquellas campanitas de la XEW, algo fantástico para mí…

-¿En dónde vivían?

-Cuando llegamos a Chilapa, Guerrero, una de las vecinas tenía una enorme televisión en blanco y negro, por cierto, en esa época había una telenovela que era la sensación de todo mundo “Angelitos Negros”… Ahí nos tienes a todos los hermanos y mi mamá, metidos en la casa de la vecina que nos daba permiso de ir a ver “Angelitos Negros”…

-¿Era gratis?

-¡No que va!!, nos cobraba cinco centavos por cada uno, pero de aquellos cinco centavos que valían mucho…

-¿Era una especie de inversión que cubrías con tus domingos?

-¡Exacto!!, guardaba lo que me daban de domingo para ir a ver “Angelitos Negros”…

-¿Qué pensamientos fluían por tu mente al ver la magia de la televisión?

-Me rompía la cabeza por querer saber cómo diablos le hacían todos esos personajes para meterse en una caja tan pequeña…

-¿Ya habías ido al cine?

-¡Sí, claro!!, ambas cosas -la televisión y el cine-, me tenían completamente impactada. Me esforzaba mucho al tratar de descubrir ¿de dónde salían las voces y cómo se movían en un escenario plano?

-¿Qué es lo que más te causaba intriga?

-En el cine que había en Chilpa, me acuerdo que colgaban una sábana blanca y sobre de ella, proyectaban las películas. Mi papá me observaba detenidamente y me decía: “Un día, vas a entender todo esto del cine, porque lo estarás haciendo”

-¿Un papá con voz de profeta?

-¡Ni más ni menos!! Eso me ayudo muchísimo para comenzar a construir esos sueños desde niña y saber la importancia de los medios de comunicación.

-A lo Mero Macho, de nuevo te pregunto… ¿Desde ese entonces, ya quería ser periodista?

-Mi padre me lo dijo una y otra vez… ¡Chavina!!, seguro que tú, vas a ser periodista porque preguntas mucho y te pones a observar e investigar cuanta cosa se te ocurre.

-¿Una muchachita observadora por excelencia?

-Mis padres lo detectaron desde muy temprano, era mucho muy observadora. Créeme que hasta me ponía a discutir con ellos si llovería o no, porque les decía que mis amigos y conocidos me había enseñado que, cuando el cielo estaba “encapotado”, era símbolo que se acercaban las lluvias.

-¿La revelación de una comunicadora prematura?

-Más que nada, para mí, era poner en práctica los conocimientos de la naturaleza.

-¿Cómo llega el virtuoso aparato de televisión a tu casa?

-Fue el regalo de un Dia de Reyes, un enorme aparato en blanco y negro de bulbos. ¡Llegaba la modernidad a nuestra casa!! Mi papá nos preguntaba: ¿Qué van hacer con esa televisión, sin demora de tiempo y al unísono le respondimos que veríamos telenovelas…

-¿El final de “Angelitos Negros”?

-Tristemente, no pudimos ver el final de esa maravillosa telenovela…

-¿Por qué?

-Pues porque a donde íbamos a verla, el día del final de la telenovela, resulta que nos cobraban 35 centavos por cada uno…

-¿…Y qué hicieron?

-Nos pusimos a llorar afuera de la casa de esa persona, mientras alcanzábamos a escuchar el sonido pero esta mala persona, para que nos diera más coraje, en los comerciales, salía hacia donde estábamos y nos decía que el final de “Angelitos Negros” estaba muy emocionante.

-¿Y cuándo, por fin, llega la tele a tu casa, cómo ayudabas a las demás personas que no tenían una en su casa?

-¡Qué buena pregunta!! Nos íbamos casa por casa para invitar a los niños y personas adultas para que fueran a nuestra casa a ver la tele… ¡sin cobrarles un solo centavo!! El único requisito que les poníamos para que pudieran ver la tele, les preguntábamos si ya habían hecho la tarea, de lo contrario, los regresábamos a sus casas…

-¿Qué programas les permitías ver?

-Su atracción principal era Plaza Sésamo. Era fabuloso ver a los niños con sus cuadernos, mostrándonos que ya habían hecho la tarea.

-¿La importancia de los medios de comunicación?

-¡Sin lugar a dudas!!, el valor que juegan en la formación de los niños y hasta en la forma de vida de los adultos…

-¿Qué sucede con el surgimiento de aquellas pantallas cromáticas que podían adaptarse a tu televisor?

-Más que nada, jugabas con tu imaginación al hacerte la ilusión que tenías una pantalla a color… 

-La imaginación no tiene límites…

-¡Exacto!!, no sabes cómo me hubiera gustado ver en la televisión, la exitosa serie radiofónica “Kalimán, el hombre increíble!!, a lo mero macho, no me la perdía…

-Te voy a cobrar derechos de autor ehhh….

-Ja, ja, ja… ¡Serenidad y paciencia!!, tal y como lo decía Kalimán…

-Déjame decirte que no todo lo que los ojos observan, resulta cierto…

-Tienes mucha razón, esa misma pregunta me daba vueltas dentro de mi cabeza, era la gran incógnita. ¿Si todo lo que mis ojos ven no es cierto, entonces, qué es lo que estoy viendo? ¿Qué hay detrás de lo que no veo?...

-¿Qué respuestas le dabas a tus interrogantes?

-Mi papá me decía que las buscara dentro del periodismo…

-¿Y qué hiciste?

-Pues resulta que cuando tenia apenas 12 años de edad, comencé a escribir en las páginas del Diario de Guerrero…

-¿Qué escribías?

-Una simple crónica, lo hacia como esa imperante necesidad de sacar algo que llevas muy dentro de ti y que fluye desde el corazón y la mente…

-¿Cuál fue la respuesta de tu papá para apoyarte con esa magnífica inquietud de escribir en un periódico regional, a tan corta edad?

-Su respuesta me sorprendió sobre manera y la selló al regalarme una pequeña máquina de escribir de marca Olivetti portátil.

-¿Qué emociones te embargaban por dentro?

-¡Me sentía soñada!!, tenia mi propia máquina de escribir, así como la Olivetti de escritorio, sumamente enorme, hasta aprendí desarmarla y limpiar cada uno de los linotipos y el teclado. De esa manera, es como empecé a comprender la importancia de escribir un texto.

                                                                          -Continuará-

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