Para ser futbolista profesional, se necesitan muchos güevos para vivir de la patada: Armando Camarena Ibarra

Para ser futbolista profesional, se necesitan muchos güevos para vivir de la patada: Armando Camarena Ibarra

-Viaje a la Conciencia de…   

Por Edmundo Cázarez C.

-Segunda de tres partes-

Las canchas de fútbol, y en especial, la del majestuoso Estado Azteca, se reflejan en los ojos de Armando Camarena Ibarra, al hacer remembranza cuando, por cuestiones fortuitas de la vida,  estuvo jugando en la categoría juvenil espacial del equipo América, a los 17 años, en donde, jugadores profesionales de la talla de Enrique Borja, Horacio López Salgado y Zague, entre otros más, lo consideraban una verdadera promesa del balompié mexicano, haciéndose acreedor del afecto, admiración y respeto de sus demás compañeros, como resultado a su entrega y rendimiento como un goleador nato en cada encuentro. Pero como dice el dicho, “Nunca falta un prietito en el arroz”, quien era su entrenador Eldemiro Arnauda, un cubano lleno de odio y rencor, lejos de estimularlo para seguir adelante, a base de mentadas de madre, le daba un trato déspota, humillante y hasta agresivo, al descubrir que, dicho entrenador, exigía a los papás de otros novatos jugadores, fuertes cantidades de dinero para permitirles jugar dentro del América, en donde seguramente, se hubiera convertido en una verdadera estrella.

En esta segunda parte de la amena e interesante conversación con MISIÓN POLÍTICA, abre su corazón y me comparte su breve etapa como jugador de futbol dentro del América, pero al no soportar un trato inhumano del que era objeto, por parte de su entrenador, exclama: “Para ser futbolista profesional, se necesitan muchos güevos para vivir de la patada”. Asimismo, expresa que mientras sus demás compañeros practicaban un deporte “de aventura”, para él, era un sueño que se había hecho realidad, en cada partido, entregaba su corazón, como si fuera el último partido que jugaría en su vida…. ¡a sus 17 años edad!!

Conversar con Armando “El Camarón” Camarena… A lo Mero Macho, es un agasajo y contagiarse de frescas y numerosas vivencias que revolotean en su prodigiosa memoria. A sus 73 años de edad, impresiona al comprobar que mantiene su memoria con absoluta nitidez, de manera vertiginosa, atrae con enorme facilidad, lugares, fechas, nombres y anécdotas que le han tocado presenciar en cada etapa de su exitosa vida, con una narrativa envidiable y con un lenguaje desparpajado, tal y como habla la gente de nuestro pueblo.

Acompañado de su gentil esposa, Marisela García Ramírez, en la intimidad de su hogar, accede a responder cada una de las preguntas que le formulé:       

-Que impacto tan duro al descubrir a tu papá, recostado en su sala, pero ya sin vida…

-Estaba tan niño que, la verdad, yo no entendía lo que estaba sucediendo en mi casa, mucho menos, comprendía lo que significaba entre vivir y morir. Simplemente, pensaba que mi papá estaba “dormido”, pero, ya no iba despertar. No sabía con exactitud qué más iba a pasar…

-¿Te angustiaba que ya no volverías a verlo?

-No, no pensé que ya no volvería a verlo, ni mucho menos, hablar de nuevo con él. La muerte de mi padre, para mí, no existía en mi mente

-¿Cómo lograste mitigar esa ausencia de tu papá?

-Primero, gracias a mi madre que era una gran señora, a partir de ese momento, se dedicó a trabajar para sus pequeños hijos.

-¿Alguna vez recibiste un “chanclazo” de su parte, en reprimenda de tus travesuras?

-No, fíjate que no, además, mis hermanos y yo, le dábamos muchas oportunidades para hacerlo porque le hacíamos muchas bromas y travesuras, pero nada que la obligara a castigarnos. Nunca viví un “chanclazo” por parte de mi mamá.

-Y tus hermanos “los mayores” ¿cómo te trataban?

-Ahí, si, para que veas, sus regaños eran cosa de todos los días y hasta de mis hermanas.

-¿Por qué te regañaban?

-Nos reprendían porque llegábamos todos mugrosos cuando nos salíamos a jugar, llenos de lodo y de tierra. De inmediato, mi hermana nos metía a bañar en donde lavaban la ropa, uno por uno, nos iba bañando…

-¿Cuál era tu reacción?

-Hasta le fecha, le hago bromas que, de niños, nos bañaba con piedras pómez, pero sin el deseo de ofenderla ni lastimarla…

-A los 12 años de edad, el niño Armando ¿qué soñaba ser de grande?

-Siempre quiso ser un destacado deportista en básquetbol…

-¿Te veías dentro de las grandes ligas?

-No a tal grado. Recuerda que, en esos tiempos en México, no se estilaba ningún tipo de apoyo a los deportistas ni soñaban con llegar pertenecer a las grandes ligas deportivas a nivel internacional. Pero sí, admiraba mucho al equipo mexicano de básquetbol que pertenecía al Instituto Mexicano del Seguro Social. Aún recuerdo alguno de sus nombres como Manuel Raga, a quien lo tenía muy presente en mi memoria…

-¿A lo Mero Macho, te veías como un basquetbolista destacado…?

-Puede ser que sí, pero de pronto, las cosas cambian porque comencé a jugar futbol en la calle con mis hermanos…

-Sin perder de vista tus sueños de ser un buen deportista, ¿cumplías las tareas en la escuela?

-Fíjate que sí, pero…. Pero…

-¿Pero qué…?

-Estaba más enfocado en pensar cómo iba a jugar y como iba a ser de grande… Al terminar la primaria, en la boleta de calificaciones, que todavía conservo, en la escuela Gonzalo Peña Troncoso que estaba ubicada a tan solo dos calles de mi casa, en la colonia Aviación Civil, era muy conocido por ser integrante del equipo de básquetbol, pero todavía, más conocido gracias a que mis hermanos eran boxeadores profesionales, todo mundo los conocía y los respetaban mucho…

-¿Alguna vez te castigaron en la escuela?

-No, fíjate que no, no fui un chamaco latoso porque tenia el ejemplo de mis hermanos. Lo que sí, era muy inquieto, pero sin caer en latoso. Mucho menos, agresivo.

-¿Cuál era el comportamiento de tus hermanos, debido a esa notoriedad como boxeadores?

-Siempre fueron mucho muy serios, vamos, no eran personas que bebieran alcohol ni que hicieran desfiguros en la calle…

-¿Ni buscapleitos, aprovechando su condición física como boxeadores?

-¡Para nada!!... Por cierto, mi hermano Lalo, era quien tenía fama, pero no de “buscapleitos”. Cuando vivíamos en la colonia Morelos, yo estaba muy pequeño. Como te comentaba, mis papás rentaban casas en uno y otro lugar. En la colonia Morelos, vivimos en una vecindad pero nos tuvimos que regresar a la Aviación Civil, en donde había nacido, porque se nos cayó el techo de la casa y tuvimos que salir de inmediato.

-¿Te ponías a ver la tele o escuchar la radio?

-La tele no existía en casa. Estando en la vecindad, me acuerdo que, en casa de mi abuela, casi toda mi familia vivía en la misma vecindad. Bueno, ahí fue donde podía ver una tele en blanco y negro.

-¿Qué programas veías?

-Me gustaba mucho ver el futbol americano. Creo que fue cuando me enamoré del equipo “Los Vaqueros de Dallas” Asimismo, viendo aquel viejo y enorme televisor en blanco y negro de bulbos, me enamoré de “Las Chivas del Guadalajara…”

-En ese entonces, todavía no se transmitían los partidos de futbol por la tele…

-En efecto, pero sí, escuchaba las transmisiones de los partidos de futbol por la radio. Emocionantes partidos del Guadalajara vs El Oro, faltando unos cuantos segundos para que concluyera el partido, el Guadalajara tenía que anotar un gol para ser campeón. En eso, sale el portero de Chivas para rematar un tiro de esquina y conecta con la cabeza, pero el portero del equipo contrario desvía el balón y lo manda de nuevo a tiro de esquina… ¡y no cae el gol de Chivas!!

-¿Escuchando la radio te imaginabas como si estuvieras presente en la cancha?

-Esa acción me prendió totalmente, porque el equipo contrario tenía algunos jugadores extranjeros.

-¿Y tu paso por la secundaria?

-Fui hacer mi examen de admisión en la pre vocacional número uno del Instituto Politécnico Nacional, que estaba justo, detrás de la vecindad en donde vivíamos en la colonia Morelos, en la calle de José Joaquín Herrera…

-Ya ves, desde niño, siempre has tenido mucha suerte…

-Pero ya no vivíamos ahí, ese rumbo, para nosotros, ya era muy conocido. Total, voy y hago mi examen de admisión y me aceptaron, así fue como cursé mi secundaria, los programas del IPN, lo consideraban como pre/vocacional

-Siendo un puberto, ¿cuál era la niña que más te llamaba la atención?

-¡Ninguna!!...

-¿No te gustaban las niñas…?

-No era eso, sino que estaba completamente inmerso en el deporte, además, estando ya en el Poli, eran otros compañeros, otros maestros y otras materias. Era una novedad, para mí, que cada materia la impartía un maestro diferente y cada clase tenía una duración de una hora y con diez minutos de descanso entre clase y clase.

-¿Eras bueno para las matemáticas, física o química?

-¡Híjole!!, esas tres materias que acabas de mencionar, ninguna de las tres pude con ellas, las reprobé todas…

-¿A lo Mero Macho?

-Sí… ¡A lo Mero Macho!!, reprobé todas las materias en el Poli, pero las iba sustentando poco a poco, con exámenes extraordinarios a título suficiencia…

¿En toda la secundaria estabas negado para el estudio?

-La verdad es que sí. Los números jamás han formado parte de mi persona…

-Hasta la fecha, ¿tu esposa es quien se encarga de todas las cuentas y finanzas?

-¡En efecto!!, ella es la encargada de mis finanzas. Mi querido Edmundo, la verdad es que nunca pude entender los números en mi etapa estudiantil. Me apena decirlo, pero es la verdad. Ahora, creo que se me facilita un poco más ponerme hacer una raíz cuadrada o entender el Teorema de Pitágoras…

-¿Te ibas de “pinta”?

-Una sola vez y todo me salió super mal…

-¿…Por qué?

-Se me ocurre irme de “pinta” al Bosque de Chapultepec…. Ja, ja, ja…

-¿…Y ahora?

-Es que, para irme a Chapultepec, se me ocurrió ponerme un traje de mi hermano Miguel, y todo, para estar “guapo” porque, supuestamente íbamos ir al Museo Nacional de Antropología e Historia, acompañados de la maestra de historia…

-¿Te creías el “galán” del grupo?

-Ja, ja, ja… ¡para nada!!... ¿galán yo?... ¡No hombre!! Además, en ese tiempo no tenía la mínima intención de contar con una novia formal…

-¿Ni una “amiguita con derechos”

-¡No!!, lo único que me interesaba era jugar… Ahora sí, como dices tú… ¡A lo Mero Macho!!, claro que tenia mis amigas que, por cierto, conservo la amistad de una de ellas y nos llamamos seguido…

-¿Ni tampoco te diste tus “escapadas” a ver pelis porno con los cuates?

-Ja, ja, ja… ¡Ah que mi metiche preguntón!! ¿Ir a ver pelis “nopor”? Solamente una vez, eso, fue estando en España, pero ya estaba bastante grandecito…

-¿Bueno, y luego qué paso después con lo del Museo de Antropología?

-Resulta que nos fuimos de “pinta”, al lograr desligarnos de la maestra que nos llevaba todos “monos”, bien formaditos y en grupo. Con mis amigos, nos escapamos del Museo de Antropología y nos fuimos a rentar una lancha en el Lago de Chapultepec, pero mis “cuates” me tiraron de la lancha con el traje nuevo de mi hermano…

-¿Y cuando llegaste a tu casa… se te armó?

-Llego a la casa con el traje todo arrugado, cuando me ve mi hermano, pensé que me iba a partir mi mandarina en gajos y tenía que pedirle perdón de rodillas.

-¿No te dijo nada?

-¡No!!, al verme como ratón mojado, estaba atacado de risa. La verdad, es que tuve una infancia y adolescencia maravillosa, insisto, no fui un gran estudiante, pero sí, un destacado deportista.

-¿Cómo diste el salto a la prepa?

-Estando en pre/vocacional del IPN, quiero decirte que participé en los juegos deportivos inter técnicos, en donde competían varias vocacionales…

-¿En qué deporte?

-En lanzamiento de jabalina, quedando en segundo lugar, además, corrí tres mil metros y quedando en décimo lugar. También era lanzamiento de bala…

-Las chicas no figuraban en tu panorama…

-Solamente tuve un acercamiento con mi amiga María de la Luz Herrera Herrera, a quien le decíamos María de la Luz Herrera “al cuadrado” y con alguna otra chica, pero no era muy dado salir a fiestas ni nada. Solamente quería jugar, no había para mí, otra cosa que me distrajera.

-¿Hasta cuándo llega esa primera novia?

-Mi primera novia llegó como a los 18 o 19 años…. ¡Fue a los 17 amor…!! -se escucha la voz de su esposa, gritarle desde la cocina-

-¿Fue tu actual esposa?

-No, sino que, durante un viaje a Jalapa, como seleccionado del IPN, participé en los juegos inter técnicos.

-¿Cómo veías al México de ese entonces?

-Era maravilloso. En el camión que me transportaba desde la colonia Aviación Civil, lo abordaba en la esquina de mi casa… Me acuerdo que me cobraban 20 centavos de pasaje y me dejaba en la calle de…. ¡Híjole!!, ya se me van los nombres. 

-Con el cariño de amigos y el respeto que te tengo… ¡No me digas que ya se te va el avión!!

-Ja, ja, ja… ¡Todo por servir se acaba…!! Total, me bajaba del camión, caminaba como cinco calles y llegaba a mi escuela, pero siempre, me encontraba con algún compañero de mi salón y hacíamos una pequeña escala en un negocio donde nos “fiaban” los sopes, las tortas y los tacos…

-¿Qué dejaban “empeñado” para que les dieran de comer?               

-Algún libro, una chamarra o algo en “prenda” para que nos dieran de comer. Luego, hacíamos “coperacha” entre todos y rescatábamos lo que habíamos dejado empeñado.

-¿Cómo era la vida en una escuela del IPN?

-Los estudiantes del Poli, siempre, han sido demasiado rijosos, es decir, todos los días había pleitos entre los chicos de un salón en contra del otro, nos íbamos a pelear atrás de la famosa fábrica de chocolates La Azteca…

-¿Les hacías el “paro” a los chicos que no sabían pelear?

-Fíjate que sí. En algunas ocasiones, no era justo que los más grandes abusaran de chicos que no sabían pelar y llevaban todas las de perder. Nunca fui agresivo, pero tampoco me dejé de nadie, así es que protegía a quienes estaban totalmente indefensos.

-¿Cuántas veces te “surtían en los guamazos?

-Nunca me “surtieron, era al contrario…

-¿Eras algo así como “El Ángel Protector”?       

-Ni más ni menos, eso me hizo ganar muchísimos amigos de verdad y que conservo hasta la fecha…

-¿Eras un verdadero “perro”, no los soltabas hasta que veías que ya no se movían?

-Nunca he tenido instintos de asesino, simple y sencillamente ayudaba a quienes no podían defenderse. Solamente les acomodaba dos que tres moquetes, vamos, que sintieran el “rigor” de la fuerza y asunto arreglado. De hecho, esa supuesta “fama” me duró bastante tiempo.

-Tenías a tu favor que tus hermanos eran boxeadores…

-Había entendido cómo era la disciplina de saber pelear y acompañar a mis hermanos al gimnasio donde entrenaban y luego a las peleas… -¡Armando pega re duro…!!, me dice en voz baja su querida esposa-

-¿Cómo dice tu señora esposa, pegabas tan duro, como una patada de mula?

-Ja, ja, ja, digamos que pegaba fuerte. Todos los días me iba a correr desde las cuatro de la mañana con mis hermanos, desde avenida Aviación Civil hasta el aeropuerto y luego de regreso, en los camellones de la calzada Zaragoza.

-Supongo que, en ese entonces, no había tanto tráfico de vehículos…

-¡Exacto!!, solamente el tranvía. Además, la calzada Zaragoza no era como hoy. Ahí aprendí, con ellos, cómo obtener una muy buena condición física y correr. Luego, me ponían a brincar la cuerda durante una hora. Estando ya en casa, era pegarle duro a la pera de boxeo…

-¿En algún momento también quisiste ser boxeador?

-No, fíjate que no…

-¿Por qué?

-Me atraían muchísimo más el básquetbol y el futbol.

-¿Estando ya en la vocacional, ahora sí, te conviertes en un verdadero deportista?

-Ingreso a la Vocacional 7, gracias al pase automático por haber cursado la pre vocacional en el IPN. Fíjate que, en la Vocacional 7, no participé mucho en actividades deportivas…

-¿Por qué?

-Porque estando ahí, me invitan para que fuera a “probarme”, en un equipo de futbol profesional…

-¿En serio?

-Sí, el futbol siempre lo había practicado en un equipito de mi colonia como centro delantero. Total, mi hermano mayor, Lalo, me lleva para que hiciera esa prueba en los campos del América en Coapa. Cuando llego ahí, me percato de la presencia de otros 32 chamacos como yo, con las mismas ilusiones y el deseo de convertirte en un jugador profesional, pero todos ellos llevaban una carta que les había dado el periódico El Heraldo de México… Una excelente promoción que hacía El Heraldo de México para incentivar el futbol entre los chicos de mi edad, pero yo no tenía esa carta…

-¿Tu hermano, no había logrado conseguirla?

-No, sino que me llevó por su cuenta para que me probaran. 

-¿Qué sentías estar en el “nido” de las Águilas del América?

-Me preguntaron en qué posición jugaba, en fin, Armaron tres equipos de futbol con los 33 chicos que estábamos ahí…

-Pero no me has dicho, ¿Qué demonios sentías estar ahí?

-Que todos los chicos, teníamos la misma ilusión. Organizan un partido entre los equipos “A” y “B”, gana el equipo “B”, en donde había quedado…

-¿Cuántos goles metiste?

-¡Dos!!, para luego enfrentarnos con el equipo “C”, y volví a meter otros dos goles, pero luego me cambian de equipo en el “A” y empatamos a dos goles, volviendo a meter otros dos goles…

-¿Una prueba de seis goles?

-¡Ni yo me la podía creer!! Cuando llegamos al vestidor… ¡zaz!!, me desilusioné muchísimo…

-¿Te pedían dinero?

-No, dinero no, pero sí, la carta de El Heraldo de México. Cuando observé que a los demás muchachos entregaban su carta, simplemente les decían… ¡Jugaste muy bien, nosotros te llamamos!!

-¿Y qué sucedió cuando llega tu turno?

-Les ofrecí disculpas, haciéndoles ver que había asistido a la prueba por mi propia cuenta, pero no tenía ninguna carta que me amparara…

-¿Y qué fue lo pasó?, ¿te corrieron de las instalaciones?

-¡Espérate!!, no podía dar crédito lo que estaba escuchando por parte de los directivos del América…

-¿Pero qué te dijeron?... ¡ya no me la hagas de emoción…!!

-Solamente me dijeron: “Tú, te presentas el próximo lunes a entrenar”

-¿…Neta?

-¡A lo Mero Macho!!, yo mismo no lo podía creer. El lunes siguiente, me presenté para entrenar con la juvenil especial del América, no obstante que el torneo ya estaba bastante avanzado… Por dentro, yo no cabía de gusto… ¡Estaba dentro del América!!

-¿Eras fanático del América?

-¡No hombre!!, pero era un equipo profesional y me iba a desarrollar como titular… ¡en un equipo con un prestigio enorme!!

-Ya dime la verdad, te aseguro que sabías el nombre de cada uno de los jugadores del América…

-¡Para nada!!, ahí fue que conocí a Zague, Enrique Borja, Horacio López Salgado, al Campeón Hernández, Antonio Jasso y casi todos los jugadores del equipo profesional

-¿Era un adiós definitivo al básquetbol?

-¡Sin lugar a dudas!!, era un chavito de 17 años que estaba vuelto loco por esa divina oportunidad que Dios me estaba poniendo a mi alcance…

-¿Y Luego qué sucedió?

-Terminé como goleador y solamente jugué la mitad de ese torneo.

-Estabas debutando con el pie derecho…

-Creo que sí, porque me ascienden a la Reserva Especial. A decir verdad, son muchos los escalones que tiene que subir un chavito para poder destacar, pero, para mí, las cosas se estaban dando de manera mucho muy rápida.

-¿Te pedían dinero para que “subieras”?

-No, fíjate que no.

-¿Qué sentías verte en los periódicos o en la tele?

-Solamente una vez me hicieron un reportaje en el periódico Esto, en donde decían que era una promesa para el futbol mexicano, y todavía ponían: “Armando Camarena tiene patas para gallo”, lo que me causó mucha gracia.

¿Qué pasaba por tu cabeza en esos momentos?

-Que podría tener una oportunidad para debutar en la liga mayor, pero con el tiempo aprendí que era sumamente difícil…

-¿Viste algo raro en las Visorias, en donde dicen que abusan sexualmente de los chavitos?

-¡Qué buena pregunta!! Fíjate que no me toco ver nada de eso, aunque sí se murmuraba en las canchas o en los mismos vestidores. Éramos puros chavitos, nos metíamos a las regaderas sin ninguna objeción ni nos daba pena nada. Hasta nos hacíamos muchas bromas entre varones, te aventaban el jabón y te pedían que te agacharas por el… ja, ja, ja… ¡eran bromas de chavitos!!

-Además, ya te habías probado como un buen “guarura” en el IPN…

-¡Exacto!!, ya había aprendido a defenderme

-¿Qué “novatada” te aplicaron a tu llegada al América?

-Hicieron una apuesta en donde, estando completamente desnudo, me iban a colocar una toalla en la cintura y un tipo me tenia que cargar con una sola mano hasta sus hombros…

-¿Pero en sí, cuál era la apuesta?

-Pues unos apostaban que si podría, y otros, que no. El que me iba a cargar me decía al oído: “güey, ponte ligerito porque pesas un chingo y te doy una lana” Otros, gritaban que me hiciera lo más pesado que pudiera para que no me pudiera cargar. Por dentro, yo mismo me decía: “Armando de todas maneras ya ganaste, si me carga gano y si no, pues de todas maneras gano…

-¿Y qué sucedió?

-El tipo que me estaba cargando, mañosamente, me quita la toalla y empiezan a contar … 1, 2 y cuando dicen tres…. El tipo me agarra de donde duele más y se hace para atrás, dejándome totalmente desnudo tirado en el suelo y me avientan una cubeta con desperdicios de comida de un restaurante que estaba cerca de ahí. ¡Esa fue mi novatada cuando llegué al equipo de futbol América!!

-¡Qué manchaditos…!!

-Pues sí, pero todo era entre chicos. Quedé todo lleno de porquería, pero me metí de inmediato a las regaderas y no había pasado nada… Lo que no me había dado cuenta, es que muchos jugadores de otras ligas, intermedias, sub 17, sub 20 y hasta profesionales, se estaban riendo de mí

-¿Te molestaste?

-¡No!!, sino que era una prueba de aguantar “vara”, pero no lo tomé como algo denigrante hacia mi persona. A mí, me había ido bien, en comparación con otros chicos a quienes los desnudaban, y así, los mandaban a la calle a pedir dinero, los rapaban y hasta les pintaban todo el cuerpo con pintura de aceite. A decir verdad, son cosas de las novatadas y se entiende perfectamente.

-¿Cómo te llevabas con tu entrenador?

-Un día, tuve una fuerte discusión con Edelmiro Arnauda, quien era mi entrenador, un cubano que vivía en México y entrenaba a la reserva del América. Un tipo lleno de veneno y de odio

-¿Por qué discutieron?

-Me dijo que, como jugador de la liga juvenil, empezaría un partido en la cancha del Estadio Azteca…

-Wooow… ¿Qué sentías jugar en la cancha del Estadio Azteca?

-Estaba muy emocionado porque el estadio estaba completamente lleno. Tuve la suerte de anotar cuatro goles… -De repente, nuevamente, Armando no aguanta la emoción y comienza a llorar, entre sollozos, decide continuar con la charla- “Discúlpame otra vez… mira lo que logras con tus preguntas, haces chillar a tus entrevistados” Sabía que mi familia estaría en las tribunas, me decían, una y otra vez, que se sentían muy orgullosos viéndome jugar…

-Pero ya no me dijiste el motivo de la discusión con el entrenador cubano…

-¡Vaya, ¡no se te va una!!, mis compañeros me sacaron en hombros. Pero al final del encuentro, siempre se hace una lista que se pega en las gavetas de quienes son convocados para un partido. Total, me presenté a los campos, pero el entrenador me traía en la mira, porque tanto Enrique Borja como Zague y otros más, me demostraban su afecto y hasta me buscaban cuando yo jugaba.

-¿Qué sentías estar entre esos gigantes del futbol?

-Quería ser como ellos, estudiaba hasta sus gestos, los movimientos que hacían en la cancha, cómo agradecían al compañero que les daba un buen pase y cómo les hacían la señal con el dedo pulgar como muestra de agradecimiento

-¿Cuándo hablabas con ellos, qué te decían?

-El que me daba más consejos era Enrique Borja, me hacía ver que yo recibía el balón muy parado ¡Te van a pegar!!, me decía, me aconsejaba que tenía que hacer las “pompis” hacia atrás para evitar que me golpearan. ¡Uff!!, aprendí muchas cosas

-¿El entrenador te quería correr?

-El día que me citaron en los campos del América, cuando ya se retiraban todos mis compañeros, el entrenador me pide que me esperara y no me fuera ir. Con un tono de reclamo, me repite que ya me había dicho que iniciaría el partido y era mi obligación embarrarme todo el cuerpo de linimento para calentar los músculos, además, tenía que ejercitar desde el vestidor para que, estando ya en la cancha, reforzara el calentamiento.

-¿Si empezaste como titular en el partido?

-¡No!!, instantes antes que el árbitro diera el silbatazo de inicio, el entrenador me detiene del brazo y decide meter a un chico nuevo, según, lo quería probar…

-¿Cuál fue tu reacción?

-Le insistía que este nuevo chico, no era centro delantero, sino medio campista, además, tenia menos de una semana entrenando con nosotros. Yo, ya me había dado cuenta que, el entrenador, le pedia dinero a los papás de los otros chicos para permitirles jugar, y le grite… ¡No se vale!! Poniendo de pretexto que me dejaría jugar nada más 15 minutos. Terminó el primer tiempo. Comienza el segundo y cuando faltaba un minuto para terminar el partido, me llama, me ordena que me pusiera a calentar porque iba a entrar. En ese momento, me quité la playera y se la aventé en la cara y le dije que se largara mucho al demonio porque, yo, ya no jugaba.

-¿Neta?

-¡Sí!!, me fui de inmediato al vestidor porque se me hizo una falta de respeto y me engañó. Primero, me dijo que iniciaría como titular, después, que me esperara para el segundo tiempo y no fue así, sino hasta que se le pegó la gana y cuando faltaba un minuto de juego…

-¿A lo Mero Macho, no fue un estúpido berrinche de tu parte?

-¡No!!... A lo Mero Macho… si me hubiera dicho la verdad…

-Adrián mi nieto, está anotando todas las veces que has dicho A lo Mero Macho y te vamos a cobrar Derecho de Autor…

-Ja, ja, ja, mejor se quedan a comer con nosotros, les preparamos algo muy rico de comer…

-Mejor sígueme contando…

-Te decía que, si el entrenador me hubiera hablado con la verdad desde el principio, que no me iba a meter hasta el final del partido, a lo mejor, lo hubiera entendido, pero como se fueron presentando las cosas, mi reacción fue esa…

-Ya ves, cómo sí eres de “mecha corta…”

-No solamente yo, cualquiera hubiera hecho exactamente lo mismo…

-¿Cómo mitigaste tu enojo? ¿Te sumergiste en el alcohol o te fuiste a un hotel con una chica?

-¡Para nada!!, al contrario, me puse a entrenar mucho más. No abandoné el equipo sino que me encerré dentro de mí mismo y entrenaba como loco.

-¿Y luego que sucedió?

-Quien era el secretario técnico del América, don Panchito Hernández, me quería mucho. Hubo un entrenamiento en donde el portero titular del América, primera división, Armando Vázquez del Mercado, jugando un inter escuadras, salió a despejar un centro… un balón cargado de dinamita… ¡y que me pega en la quijada!!...

-¿Te noqueó?

-¡Por completo!!, creo que duré desmayado como 5 o 10 minutos. Durante un buen rato, no supe nada de mí. Al querer medio reaccionar, me di cuenta que estaba fuera de la cancha, arriba de una camilla y me estaban preparando para subirme a una ambulancia porque no reaccionaba. Volteo a un lado y se me ocurre preguntarle al entrenador ¿A qué hora me iba a meter a jugar? Simplemente, me reponde que ya había jugado, pero no le creí por los antecedentes que me había hecho en la cancha del Estadio Azteca…

-¿Qué sucede al terminar el entrenamiento?

-Se acerca el portero del América y me dice: “Onassis”, que era el apodo que me habían puesto en el América…

-¿Por qué Onassis si, él, era un magnate?

-Porque según ellos, siempre llegaba a los entrenamientos con los zapatos perfectamente bien boleados, mi ropa muy bien planchadita y todo perfumado…

-¿Pero qué te dijo Vázquez del Mercado por el balonazo?

-Estando junto a mí, me abraza y me dice: “Onassis, perdóname, te pegue muy cabrón, pero fue sin querer. Todo incrédulo, le digo ¿Cómo que me pegaste? Y me relata todo lo sucedido en el entrenamiento…

-¿Sentiste el deseo de tirar la toalla porque nadie te había “noqueado”? 

-No, no y no. Ya que me dices eso, mi querido sicólogo encubierto…

-Me vuelves a decir sicólogo encubierto, y aquí termina la entrevista… ¿ok?

-Ja, ja, ja. ¡Oye Adrián!! ¿en tu casa, también es así tu abuelo contigo?...

-Mi nieto viene a trabajar conmigo y aparte me cuida… ¿Tiraste la toalla si o no?

-Eso, fue un día después….

-…¿Te volvieron a noquear?

-Entrenado, corro por la pelota y un defensa trata de despejar pero mi reacción fue “cubrirme”, inmediatamente, me llama el señor Arnauda, quien era el entrenador y me grita rodo encabronado… ¡Óyeme pinche pendejo, un centro delantero debe tener los suficientes güevos…

-¡Sopas!!, ¿le mentaste la madre?

-No, simplemente, le dije que se pusiera él y le tiraba un pelotaso en la quijada para que supiera lo que se siente… ¡y que me saca de la cancha y me manda a las regaderas!!

-¿Y qué hiciste?

-¡Me fui!!, justo cuando iba camino para los vestidores, me encontré a Panchito Hernández, porque las oficinas del Club América estaban ahí mismo. Me pregunta cómo estaba y cómo me sentía…

-¿Le contaste las broncas que tenías con tu entrenador?

-Le dije que ya no quería jugar, cuando le conté eso, se quedó todo sorprendido y me pregunta cuál era la razón por la que iba tomar esa decisión…

-¿Le contaste con lujo de detalles como te trataba el entrenador?

-Le dije que, para ser futbolista profesional, se necesitan muchos güevos para vivir de la patada. Al escuchar eso, creo que Panchito Hernández trataba de transmitirme aliento

-¿Qué edad tenías en ese tiempo…?

-Estaba por cumplir 18 años…

-¿Lo dejaste “helado”, al confesarle que ya no querías seguir dentro del Club América?

-Me abrazó por el hombro, vi su cara de preocupación y me decía: “No, no me digas eso…” -Mi entrevistado, de repente, se queda callado me percato que empieza a llorar levemente, se muerde los labios y le cuestiono…

-¿Por qué lloras otra vez?

-Perdóname mi querido Edmundo, es que recuerdo perfectamente sus palabras, trataba de convencerme que no dejara el equipo de futbol. Me abrazaba con el cariño de un padre y me decía… “Es que eres el mejor centro delantero de este país…” ¡Y a tus 17 años!! Le agradecí sus muestras de cariño y sus palabras tan efusivas, pero le recalcaba que ya no podía seguir jugando al lado de ese señor que era un patán. No me va a dejar “debutar” en primera división, y yo, quiero ser un buen futbolista.

-¿Y qué sucedió?

-Me acompañó hasta la entrada de los vestidores y me repetía, una y otra vez… “Mantén la calma, quiero que estés tranquilo. Vete a jugar a Cuernavaca un año y luego te traigo de regreso un poco más fogueado” Le dije que aceptaba su propuesta, con tal de no verle la cara a ese cabrón de Arnauda, que me trataba con la punta del pie y me insultaba.

-¿Te fuiste a Cuernavaca?

-Sí, a un equipo de tercera división, me pagaban 3 mil pesos al mes, además, ganamos el torneo, pero el equipo que resultara ganador ascendería a segunda división de manera directa, porque era un torneo de promoción. Los directivos de ahí, me llaman para platicar sobre mi sueldo, solamente me aumentaban 500 pesos, lo cual, no me servían para nada. Tenía que viajar todos los días desde la Ciudad de México a Cuernavaca y comer por allá, con lo que me daban, no me alcanzaba para quedarme a dormir en un hotelito ni conocía a nadie…

-¡Uff!!, las cosas se te complicaban mucho… ¿Qué decisión tomaste?

-A partir de ese momento, tomé la determinación de ya no dedicarme a jugar futbol. Este sueño se acababa para mí

-¿Así de tajante era tu determinación?

-Sí, así de fácil. Se acababa para mí el futbol…

-¿Te convertiste en un futbolista frustrado, resentido y lleno de rencor…?

-Nada de eso, al contario, me sentía sumamente orgulloso de mí mismo porque logré hacer muchos amigos, quienes habían jugado en Primera División y habíamos empezado casi juntos y jugando en la liga juvenil especial…

-Esos amigos futbolistas tienen nombres y apellidos…

-Te estoy hablando de Juan Manuel Borbolla, José Luis Henaine, Narciso Ramírez y José Luis Hernández Colosía y Toño Zamora, quien formó parte de la selección nacional, por citar algunos… ¡Uff!!, ya no recuerdo bien los nombres de los demás… Todos, me decían que aguantara vara, pero la verdad, la competencia en el futbol es mucho muy complicada, y más, dentro del América….

--Continuará-

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