Cascadas Las Maravillas, un tesoro natural imperdible en Querétaro
Al mencionar “tesoro natural” nos referimos a las tres majestuosas cascadas que se encuentran a poco más de 13 kilómetros del municipio de San Joaquín y para llegar a la primera de ellas se deberá caminar alrededor de 30 minutos.
La caminata valdrá la pena, pues tras recorrer un sendero de frondosa vegetación, se encontrarán con la primera y más alta de las cascadas, que tiene una altura de 30 metros y al llegar el otoño se une con la segunda llegando a una altura de 60 metros.
Más adelante se localiza la segunda cascada de 15 metros que se dispersa en varias caídas menores y termina en una apacible poza color turquesa que se dispersa en varias mini-cascadas hasta formar el torrente que alimenta.
Finalmente se encuentra la tercera cascada, la más pequeña, mide 5 metros de altura que culmina en una apetecible y suficientemente profunda poza azul que invita a los clavados y nadar. En esta última cascada terminan los senderos, pero a quienes les guste la aventura pueden seguir el cauce del río y descubrir paisajes bellísimos repletos de pozas y pequeñas cañadas.
¿Cómo llegar?
Sobre la carretera federal rumbo a Querétaro, al pasar la caseta de Palmillas se debe tomar la desviación hacia la carretera # 120, San Juan del Río-Xilitla, con rumbo a la Sierra Gorda. En el kilómetro 80 tomar la desviación hacia San Joaquín, hasta este punto se ubican en la comunidad de Los Herrera, en el km 30, a sólo 5 minutos de San Joaquín.
Después al llegar a la comunidad de Maravillas, hay que bajar por la empinada calle principal hasta donde el auto pueda llegar el auto y se pacta con un mini-guía para iniciar la caminata. Entre gallinas y guajolotes aparece la vereda que lleva hasta las cascadas.
Son aproximadamente 30 minutos por un sendero descendente, que se interna en el bosque y que a cada paso se vuelve más húmedo y angosto.
Se recomienda llegar temprano, pues el sol se oculta por detrás del monte que alberga las cascadas y pasadas las 5 casi no hay luz directa. Además, el verde profundo del bosque actúa como un mecanismo adicional que absorbe la luz. En cambio, durante el día, el verde es radiante y el agua de los manantiales y pozas adquiere ese delicioso y refrescante azul turquesa.
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