
El arte de mover sin revelar la jugada
“Querétaro ya eligió su campo de batalla: PAN juega con estructura, Morena sin emoción… pero sólo quien conecte con la gente moverá la última ficha.”
En el tablero político de Querétaro, cada pieza se mueve con sigilo, cada silencio es un cálculo y cada dato es un reflejo parcial de una guerra más compleja: la guerra por la continuidad del poder o su ruptura. Los datos de la encuesta de Algoritmo 360, levantados entre febrero y mayo de 2025, permiten vislumbrar los primeros movimientos de una partida que será larga, áspera y definida por dos claves: estrategia narrativa y control emocional del electorado.
Según la pregunta “Si las elecciones para gobernador de Querétaro fueran hoy, ¿cuál partido político elegiría?”, el PAN avanza con paso firme: de 37.8% en febrero a 40.0% en mayo. En apariencia, es un ascenso leve. En la práctica, es una señal de consolidación. En política, sostener el avance en medio del desgaste de gobierno, críticas ciudadanas y ruido digital no es poca cosa. Lo que el PAN ha logrado es mantener su hegemonía territorial sin necesidad de alterar su estrategia base: discurso de orden, identidad local, y una red de operadores que, aunque cuestionada, sigue funcionando.
Pero lo que verdaderamente fortalece al PAN no es su mérito interno, sino la torpeza del adversario. MORENA, que en marzo alcanzó un pico de 35.1%, ha caído hasta un 32.1% en mayo. Más que un descenso numérico, es un descenso simbólico. En un estado históricamente refractario a la izquierda, Morena parece jugar sin piezas mayores. No hay reinas que inspiren, ni alfiles que sorprendan. Su crecimiento digital, potente pero superficial, depende en exceso de una sola figura. Sin él, la presencia se diluye.
La narrativa del “cartel inmobiliario” y la crisis del agua, temas que Morena ha viralizado en redes sociales con eficacia, no ha logrado traducirse en intención de voto sostenida. El problema no es el tema, sino el vacío estructural. Las denuncias no bastan si no hay rostro, liderazgo ni propuesta. En política, no se trata solo de incendiar el tablero, sino de tener con qué reconstruirlo.
Mientras tanto, el PRI, con una caída de 4.6% a 3.8%, se convierte en una pieza que ya no juega. Movimiento Ciudadano avanza apenas de 2.8% a 3.1%. Y tanto PVEM como PT se deslizan sin capacidad de impacto, con cifras por debajo del 1.5%. Son fragmentos del sistema que, sin una alianza disruptiva, seguirán orbitando en la irrelevancia.
Lo más inquietante está en los 18.8% que “aún no deciden”, cifra que creció desde el 17.3% de febrero. No es una bolsa de indecisos como las de antaño. Es un voto silente, escéptico, emocionalmente desanclado de los partidos. Un voto que observa, que no se conmueve con la propaganda tradicional y que puede inclinar la balanza si alguien logra conectar con sus angustias cotidianas: seguridad, agua, transporte, empleos dignos.
En esta fase inicial del juego, el PAN gana no por superioridad total, sino por ausencia de amenaza real. Su narrativa se siente estable, aunque distante. MORENA, pese a su capacidad de generar ruido, no logra consolidarse como alternativa. Los otros partidos, por ahora, no cuentan. Y el electorado, mientras tanto, se retrae. Espera algo más. Algo que aún no llega.
La guerra digital no define la elección, pero sí la agenda
Morena gana en redes con proporción de 5 a 1 en interacción, pero pierde en estrategia de fondo. Sin una estructura territorial ni una narrativa colectiva, esa superioridad es un castillo de humo. Mientras tanto, el PAN, con múltiples voceros y un discurso más técnico que emocional, mantiene una presencia menor pero más sólida. El riesgo para el PAN es no entender que las campañas de 2027 no se ganarán con boletines, sino con emoción, cercanía y relato.
La viralidad del cartel inmobiliario y la crisis del agua mostró que el electorado sí reacciona cuando siente que su realidad se ve reflejada. Pero ninguna de las fuerzas supo mantener la atención. En ese sentido, ni PAN ni MORENA han entendido que la narrativa política no es un hashtag: es una promesa simbólica de futuro.
Escenarios estratégicos
El PAN, con 40.0% en mayo, lidera. Pero si las pugnas internas entre sus aspirantes no se manejan con inteligencia, puede autoinfligirse el daño que sus adversarios no han podido lograr. Un escándalo de corrupción, o una narrativa que lo retrate como elitista y ajeno a las preocupaciones reales, podría socavar su base.
Morena, por su parte, tiene dos caminos: construir liderazgos nuevos, territoriales, y diversificar su músculo digital o resignarse a la marginalidad. El riesgo de que su único actor fuerte en redes sociales se canse, se silencie o pierda relevancia es altísimo. Si no logra institucionalizar su narrativa emocional y traducirla en estructura, llegará débil al cierre de esta partida.
Y el tercer jugador real no es partido alguno: es el 18.8% que aún no se pronuncia. Son jóvenes precarizados, mujeres desilusionadas, profesionistas endeudados, comerciantes sin respaldo. No militan, no aplauden, pero sí votan. Quien los entienda, los escuche y les hable sin condescendencia, podrá ganar Querétaro, incluso sin encabezar hoy las encuestas.
Epílogo: del tablero a la batalla final
Querétaro se enfrenta a un dilema. El PAN, dueño del centro del tablero, no encuentra adversario que lo rete con visión. Y Morena, incapaz de leer al estado desde adentro, sigue esperando que la fuerza de la presidencia lo arrastre. Pero la política local no se gana con discursos federales. Se gana en la calle, con causas, con comunidad.
La ausencia de liderazgos fuertes en Morena no es solo un problema operativo: es un síntoma de desconexión con la vida cotidiana queretana. Nadie disputa con fuerza el relato de la derecha porque nadie ha sido capaz de narrar otra Querétaro posible. No basta con indignarse: hay que proponer. No basta con denunciar: hay que construir.
En el arte de la guerra, el enemigo que no se ve puede ser el más peligroso. Pero en la política, el enemigo que no se forma, no existe. Y hoy, mientras el PAN avanza con estabilidad, Morena no ha logrado aún constituirse como una fuerza competitiva, ni siquiera en el terreno donde más ruido genera.
En esta partida, quien no construye estrategia, solo mueve piezas sin sentido. Y el 2027 no esperará a nadie.
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