El ascenso y la estrategia de poder de Morena: Una reflexión crítica
*La expansión desmesurada de Morena en México plantea serios desafíos para la representación democrática y la salud del sistema político
La historia reciente de la política mexicana está marcada por un fenómeno político sin precedentes: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha logrado un ascenso vertiginoso, expandiendo su control sobre las entidades federativas de México de manera casi hegemónica. Desde su fundación en 2014, el partido dirigido por el presidente Andrés Manuel López Obrador ha pasado de gobernar en cuatro estados en 2018 a dominar en 25 de las 32 entidades federativas en 2024. Este "tsunami" político, como lo denomina el analista Jorge Zepeda Patterson, plantea preguntas cruciales sobre el impacto de tal concentración de poder en la democracia mexicana y el equilibrio institucional.
La construcción de un partido dominante como Morena no puede entenderse sin examinar las dinámicas subyacentes de su ascenso. Según el politólogo Juan Carlos Monedero, en su análisis sobre el gobierno y la hegemonía, la consolidación de Morena ilustra una estrategia que combina la captura de espacios de poder con una deslegitimación sistemática de la oposición. Este fenómeno es palpable en cómo Morena ha logrado expandir su influencia y pulverizar a los partidos opositores, particularmente al PRI, el PAN y el PRD, que han sido incapaces de frenar su avance.
El ascenso de Morena puede interpretarse como un caso de éxito en la aplicación de estrategias populistas y de hegemonía. La deslegitimación como arma política de Morena se ha convertido en una herramienta fundamental. Morena, al igual que otros movimientos populistas, ha usado la narrativa de la corrupción y el fracaso de los partidos tradicionales para consolidar su apoyo y marginalizar a sus rivales políticos. Esta estrategia no solo ha sido efectiva en términos de ganar elecciones, sino que también ha contribuido a la erosión de la confianza en el sistema político tradicional.
El enfoque hegemónico descrito por Íñigo Errejón en su obra sobre la construcción del pueblo nos revela cómo Morena ha manejado esta expansión territorial y política. La estrategia del partido se basa en una combinación de movilización de base y consolidación institucional. Al dominar una mayoría de las gubernaturas y mantener altos índices de popularidad, Morena ha conseguido no solo ampliar su esfera de influencia, sino también redefinir las reglas del juego político en México.
El impacto de esta hegemonía se manifiesta en la composición del Congreso. La Cámara de Diputados, con 364 de sus 500 escaños en manos de Morena y sus aliados, representa una concentración de poder sin precedentes. Aunque la sobrerrepresentación de Morena en el Congreso no es completamente nueva en la historia política mexicana, el alcance y la rapidez con la que se ha producido este fenómeno son preocupantes. La cláusula de sobrerrepresentación, diseñada para limitar la concentración de poder en un solo partido, parece haber sido eludida en la práctica por la estrategia de Morena de utilizar diferentes partidos dentro de su coalición para alcanzar una mayoría calificada.
El caso del PAN y el PRI ilustra aún más la polarización del sistema político. Mientras el PRI, que gobernó México durante gran parte del siglo XX, ha perdido gran parte de su influencia, el PAN ha visto una disminución constante en su base electoral. La incapacidad del PAN para adaptarse a los cambios y sus problemas internos han llevado a una situación en la que, a pesar de ser la segunda fuerza política del país, no ha logrado representar una oposición efectiva frente al dominio de Morena.
El dilema de la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados y el Senado refleja un problema más amplio: la tensión entre la representación proporcional y la capacidad de un partido para imponer su agenda. La expansión de Morena plantea la pregunta de si este modelo de sobrerrepresentación, creado para asegurar un equilibrio y evitar la hegemonía, está funcionando como se pretendía. La ambigüedad en la redacción constitucional, como se observó en el artículo 54, ha dado lugar a interpretaciones que permiten a los partidos en el poder superar los límites establecidos.
El futuro de la democracia mexicana, en este contexto, dependerá de la capacidad de las instituciones para manejar esta nueva configuración de poder. La interpretación de la Constitución por el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) será crucial para definir los límites de la representación política y garantizar que el sistema político no se vea comprometido por la concentración excesiva de poder. Sin embargo, este desafío no recae únicamente en las instituciones; depende también de la reinvención de los partidos de oposición. Si no logran adaptarse y ofrecer una alternativa sólida, la pluralidad política podría enfrentarse a una extinción silenciosa, erosionando la diversidad democrática que es fundamental para un sistema equilibrado.
En conclusión, el ascenso de Morena y la concentración de poder que ha logrado plantea serios desafíos para el equilibrio democrático en México. Si bien la expansión territorial y la popularidad de Morena reflejan un cambio significativo en el panorama político, también subraya la necesidad de una reflexión crítica sobre cómo se distribuye el poder y cómo se puede garantizar una representación efectiva y equitativa para todos los ciudadanos. La estrategia de hegemonía de Morena, si no se maneja con cuidado, podría poner en riesgo los principios fundamentales de la democracia y el equilibrio institucional que han caracterizado al sistema político mexicano en las últimas
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