El error de no jugar: abstenerse hoy, desaparecer mañana

El error de no jugar: abstenerse hoy, desaparecer mañana

Raúl Reyes Gálvez

“En el tablero del poder, hay una regla no escrita: solo gana quien está dispuesto a jugar, incluso en desventaja.”

Hay decisiones políticas que nacen del cálculo, otras de la convicción. Pero hay una tercera categoría, aún más peligrosa: las que brotan del miedo disfrazado de dignidad. La decisión de un sector de la oposición de llamar a la abstención en la elección judicial del próximo domingo no puede calificarse como estrategia. Es, en el fondo, una capitulación anticipada. Un error político de dimensiones históricas que revela, más que un desacuerdo con la reforma judicial, una falta de voluntad para disputar el poder en las condiciones reales del juego político.

Porque aquí no se trata solamente de si la reforma judicial es buena o mala —ese debate, legítimo y necesario, ya se dio, aunque sea a medias y en trincheras ideológicas—. Lo que está en juego hoy es algo más profundo: el sentido mismo de la participación democrática, la lógica de la confrontación política como instrumento para evitar que un solo actor imponga su relato sin resistencia.

El llamado a no votar no desactiva el mecanismo de la reforma; no impide la elección de jueces; no anula el proceso. Solo deja el tablero en manos del oficialismo. Es como si un jugador, enfrentado a una partida adversa, decide no mover ninguna pieza por miedo a equivocarse. Pero en política, como en ajedrez, la inacción también es un movimiento: uno que favorece al adversario. Renunciar a incidir es, paradójicamente, aceptar que el otro decida por ti. No es rebeldía; es sumisión pasiva.

Retirarse del campo de juego político es un error. Es entreguismo. Es la abdicación voluntaria de todo margen de maniobra. Y en ese acto, la oposición no solo entrega el tablero: se autodestruye. Porque la política es, en su esencia, una batalla por el alma del pueblo, por su atención, por su confianza, por su esperanza. Y toda estrategia que no contemple la disputa emocional y simbólica de esa alma está condenada a la irrelevancia.

Y sin embargo, la peor decisión posible sería renunciar a incidir. Votar este domingo no significa legitimar el desastre, sino evitar que el desastre sea absoluto. Porque si solo votan los operadores del régimen, los beneficiarios de la maquinaria, los acarreados con el acordeón del bienestar bajo el brazo, el resultado será aún más predecible y aún más dañino para quienes sí creen en una justicia imparcial, técnica y profesional.

En este contexto, el llamado a la abstención es más que un error: es una claudicación discursiva. Es decirle al país que la oposición no tiene narrativa propia, ni fuerza para disputarla. Es resignarse a mirar cómo el poder impone su relato, mientras quienes podrían contrapesarlo se encierran en la retórica del “yo no participé”. ¿Qué poder tiene un “yo no voté” frente a una maquinaria que sí lo hizo, que sí se movilizó, que sí jugó?

La oposición, incapaz de articular una alternativa creíble en seis años, hoy llama a la abstención como quien, sabiendo que va a perder, se sienta a llorar el partido antes de que inicie. Es una profecía autocumplida: no participes, porque vamos a perder… y perdemos porque no participamos. Es, otra vez, una política que se regodea en la derrota para no asumir su responsabilidad en ella. Es más fácil culpar al sistema que mirarse al espejo.

Y este error de estrategia política no es menor. En el arte de la persuasión, el llamado a no votar es un mensaje profundamente tóxico para cualquier movimiento que aspire a gobernar. Es declarar, con todas sus letras, que no confían en su capacidad de convocar. Es sembrar desmovilización hoy… y cosechar apatía mañana. ¿Con qué autoridad moral y emocional podrá la oposición en 2027 pedir a sus bases que salgan a votar, si ahora los convenció de que no hacerlo era lo correcto? ¿Cómo movilizar con credibilidad cuando antes se sembró resignación?

La política no es solo confrontación. Es también pedagogía. Cada elección es una oportunidad para enseñarle a las bases a organizarse, a resistir, a disputar. Incluso una derrota puede sembrar victorias futuras si se afronta con dignidad y movilización. Pero una retirada disfrazada de protesta solo alimenta la narrativa del adversario. Porque el poder no se inmuta con la abstención: se fortalece.

Quienes hoy optan por no jugar la partida, bajo el argumento de que las reglas están amañadas, olvidan una máxima elemental de la lucha política: las reglas nunca son neutrales, pero se transforman disputándolas, no ignorándolas. No hay justicia sin participación. No hay contrapeso sin presencia. No hay poder sin narrativa que convoque y movilice.

Renunciar a votar es renunciar a contar. Es permitir que la historia la escriba el otro, sin siquiera subrayar una línea propia. Y en tiempos donde la narrativa es la principal herramienta del poder, eso equivale a desaparecer del mapa político. Porque en el juego del poder, nadie recuerda a quien decidió no jugar.

Epílogo

En el arte de la guerra, Sun Tzu advierte: “Quien ocupa primero el campo de batalla y espera al enemigo está en posición ventajosa.” Abstenerse es ceder ese campo. Es esperar fuera del campo de batalla mientras el adversario define las coordenadas del conflicto. Es no posicionarse cuando más se necesita claridad y coraje. La política, entendida como guerra simbólica, no permite vacíos. Todo espacio abandonado será ocupado por la narrativa dominante.

Y si hoy, en 2025, la oposición se siente derrotada y por ello se margina del juego, en 2027 no podrá exigir otra cosa que su propia desaparición. Porque la política es una batalla diaria, no una cita trianual. Porque la persuasión se construye con coherencia narrativa, con actos que educan emocionalmente al electorado. Y quien hoy elige abstenerse por miedo a perder, mañana será irrelevante, no por la fuerza del adversario, sino por su propia renuncia a existir.

En este tablero, la estrategia de no jugar no es neutralidad: es rendición. Y la historia no absuelve a los que se rinden sin luchar.

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