
El panismo en prueba de fuego: narrativas, hegemonías y calle política
El príncipe que olvida lo que realmente se hace por lo que debería hacerse, aprende antes la autodestrucción que la conservación.” Nicolás Maquiavelo, El Príncipe
Querétaro atraviesa un momento de definición política. El modelo panista que durante dos décadas se presentó como sinónimo de modernización, estabilidad y gestión eficaz, se encuentra hoy cercado por sus propios límites. Las fracturas en la legislatura, el colapso del drenaje en la capital, el fiasco del cárcamo de 5 de Febrero y la crisis política del proyecto Batán no son episodios aislados: son síntomas de un modelo de gobernar que comienza a agotarse.
En este escenario, Mauricio Kuri ha optado por una jugada audaz: transformar su cuarto informe de gobierno en un recorrido itinerante por las calles, mercados y tianguis, evitando el formato tradicional de discursos solemnes ante auditorios controlados. Comer tacos, escuchar quejas, estrechar manos. El gesto apunta a recuperar cercanía y legitimidad en un contexto donde la confianza institucional se erosiona. La pregunta es si esta estrategia constituye un relanzamiento narrativo o, más bien, el último recurso de un gobierno asediado.
La erosión de la hegemonía
Antonio Gramsci recordaba que la hegemonía se construye no solo con coerción institucional, sino también con consenso social. Durante años, el PAN en Querétaro logró imponer una narrativa de progreso que legitimaba sus políticas. Hoy, esa narrativa se vacía. La gente percibe que el progreso es desigual, que los beneficios se concentran y que los costos recaen sobre los más vulnerables.
El proyecto Batán es ilustrativo: presentado como solución hídrica, terminó convertido en símbolo de opacidad y desconfianza. En la legislatura, los votos no alcanzaron, las alianzas se quebraron y la oposición encontró un campo fértil para señalar inconsistencias. El resultado fue un “empate negativo”: ni se aprobó ni se descartó, pero en el imaginario colectivo quedó como un fracaso político del oficialismo.
El cárcamo de 5 de Febrero reforzó esa percepción. Una obra de infraestructura diseñada para resolver inundaciones se convirtió en metáfora de incapacidad cuando se colapsó ante lluvias fuertes. Las imágenes virales del agua rebasando lo planeado fueron más elocuentes que cualquier comunicado técnico. Como advertía Murray Edelman, la política se juega en la construcción de símbolos: el drenaje colapsado se volvió símbolo de un modelo de gobierno que ya no controla su propio relato.
Weber y la legitimidad en crisis
En la tipología weberiana, la legitimidad racional-legal descansa en la eficacia del aparato institucional. Cuando las instituciones fallan en resolver problemas básicos —agua, drenaje, movilidad—, el mando pierde autoridad simbólica. Kuri intenta compensar con un gesto de cercanía: recorrer las calles, escuchar de primera mano, mostrarse como un gobernante que se sumerge en la vida cotidiana. Sin embargo, Weber advertía que la legitimidad no puede sostenerse solo en carisma ocasional; requiere eficacia sostenida.
El ajedrez político
El tablero político queretano se asemeja hoy a una partida de ajedrez en medio juego. El gobernador es el rey: pieza de valor absoluto pero de movimientos limitados. Sus operadores políticos, las reinas, están desgastadas; las torres institucionales —el Congreso, los poderes municipales— se encuentran en disputa; los caballos —escándalos mediáticos, protestas inesperadas— saltan de forma disruptiva; y los peones —los ciudadanos— avanzan con inconformidad creciente.
En ajedrez, el medio juego es la fase de mayor complejidad, donde la estrategia inicial se redefine y cualquier error puede ser fatal. El panismo ha perdido el control del centro del tablero: la agenda pública ya no la marca el gobierno, sino las redes sociales y la oposición organizada.
Sun Tzu y la guerra digital
La guerra contemporánea en Querétaro no se libra únicamente en el Congreso o en la plaza pública, sino en las redes sociales. Sun Tzu escribió que “el arte de la guerra se basa en el engaño: si estás cerca, haz creer que estás lejos; si eres débil, aparenta fortaleza”. En la ciberpolítica actual, la oposición ha sabido aplicar esta máxima con precisión: amplifica errores técnicos, convierte incidentes en símbolos y desgasta la legitimidad del gobierno en un terreno donde la velocidad de reacción lo es todo.
El panismo, en cambio, responde tarde. Intenta desmentir cuando el relato ya está instalado. Apela a explicaciones técnicas que pierden fuerza frente a imágenes virales. Así, la narrativa oficial se vuelve reactiva, mientras la oposición se apropia de la iniciativa simbólica.
Lealtades y deslealtades
El desgaste también se refleja en la fragilidad de las lealtades. Cuadros jóvenes panistas se sienten excluidos y miran hacia otros horizontes. Militantes azules coquetean con Movimiento Ciudadano. Sectores empresariales reclaman certezas que el gobierno no logra ofrecer. La disciplina partidista se erosiona y la deslealtad se expresa en silencios calculados y en la ausencia de defensas públicas frente a proyectos impopulares.
El sacrificio de peones —militantes, iniciativas menores, pactos locales— se multiplica sin un plan maestro que garantice ventaja estratégica. No es un sacrificio calculado, sino una fuga desordenada que debilita la posición del panismo en el tablero político.
El informe en las calles
Caminar mercados y colonias es un intento de re-legitimación directa. En clave maquiavélica, es el príncipe que busca parecer cercano cuando la fortuna le es adversa. Pero el riesgo es grande: si la caminata no se acompaña de una narrativa transmedia que multiplique sus efectos, puede convertirse en símbolo de debilidad. Una selfie incómoda puede pesar más que mil apretones de mano.
El reto no es solo recorrer las calles, sino convertir cada encuentro en micro-relato político verificable: un drenaje destapado, una beca entregada, una reparación en 48 horas. La narrativa transmedia consiste en orquestar estas micro-historias en un relato mayor. De lo contrario, el informe en la calle será solo una táctica de crisis.
Epílogo: zugzwang panista
El panismo queretano enfrenta un zugzwang político: cualquier movimiento que haga empeora su situación. Si insiste en el modelo tecnocrático, muere por inanición narrativa. Si se repliega sin estrategia digital, será derrotado en redes. Si sacrifica proyectos como el Batán, exhibe su fractura interna.
La única salida es reconstruir una narrativa de hegemonía: pasar de la gestión técnica al relato emocional, de la administración de crisis a la construcción de comunidad política. Solo así caminar las calles dejará de ser un gesto desesperado para convertirse en un acto de gobierno con visión de futuro.
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