La fundación de  la ciudad de Tlaxcala  II

La fundación de  la ciudad de Tlaxcala  II

Guillermo Alberto Xelhuantzi Ramírez

xelhuantzi2016@gmail.com

Las embajadas tlaxcaltecas a España y los privilegios de la ciudad

Recién se estableció el gobierno virreinal, los caciques tlaxcaltecas decidieron acudir ante la Corona española para que se reconociera la ayuda que brindo la provincia a Hernán Cortés en la conquista de Tenochtitlan y de otras regiones al norte, occidente y sur de lo que hoy conocemos como México, para ello, en el periodo de 1528 a 1585, partieron cuatro embajadas a España,  la primera de ellas fue en 1528, la segunda se realizó en 1534  encabezado por  don Diego Maxixcatzin, Tlilqueyahuatzin, Sebastián Yaotequihuua, Xiuhtlapiltzin, estos nobles regresaron a la provincia en 1535 con el Escudo de Armas que el Rey Carlos V  otorgó a Tlaxcala, el cual fue exhibido a los habitantes de la provincia en el año de 1539 por los nobles tlaxcaltecas.

Como  las autoridades  virreinales y los españoles no respetaban las ordenes de la Corona, ni los privilegios de los tlaxcaltecas, un tercer viaje a España se programó en 1552, así  el 17 de junio el Cabildo indígena acordó sufragar los gastos de la embajada, tanto de la travesía por el mar como de la estancia de los tlahtoque en Castilla para que gestionaran el respeto de los privilegios;  además a petición del virrey Luis de Velazco y de los nobles tlaxcaltecas, el Cabildo indígena ordeno a los tlacuiloque o amanuenses  elaborar tres ejemplares del “escrito de Guerra” o Yaotlahcuiloli (Lienzo de Tlaxcala), en donde se registraría la ayuda que brindaron los tlaxcaltecas a los españoles en la conquista de la Nueva España, un ejemplar seria para el Rey, otro para el Virrey y el tercero para el Cabildo indígena. 

El resultado de estas gestiones, fue que el 25 de abril de 1563  el Rey Felipe II otorgó a Tlaxcala el título de Muy Noble y Leal ciudad, luego la última embajada tlaxcalteca partió a la península en el año de 1584 y estaba integrada por  don Antonio de Guevara, don Pedro de Torres, don Diego Téllez, don Zacarías de Santiago y Diego Mayor, y el historiador Diego Muñoz Camargo, finalmente en 1585 el Rey Felipe II el 10 de mayo otorga a  Tlaxcala el título de Muy Insigne y Leal ciudad.

El escudo de Armas, las reales cédulas y demás documentos que la Corona española otorgo a Tlaxcala, se resguardaron en un arcón de madera que estaba en el convento franciscano, además del estandarte que Hernán Cortés obsequio a los señores tlaxcaltecas, a raíz de la conquista de Tenochtitlán, el estandarte se conservó en  las Casas de Cabildo(actualmente Palacio de Gobierno) hasta finales del siglo XIX, así  en el año de 1862  el presidente Benito Juárez solicitó al Ayuntamiento de Tlaxcala la entrega de dicho estandarte “de color colorado  para remitirlo al museo ya que estaba colocado en el lugar designado  para las armas nacionales”  el Cabildo se negó a entregarlo y todavía en las actas del año de 1889 se menciona que  el estandarte estaba en muy buen estado, a partir de esa fecha se desconoce cuándo fue trasladado a la ciudad de México.

La documentación del siglo XVI, nos permite conocer el avance en la construcción de la ciudad y del convento, que en principio  en 1527 fue un jacal, motivo por el cual, Julián de Garcés permaneció en la ciudad de México. Las primeras edificaciones religiosas de Tlaxcala fue la capilla de Belén, que para 1538 ya estaba terminada, como describe Motolinía, este templo fue la original capilla abierta, hoy desaparecida, el hospital de la Encarnación fue otra de las primeras construcciones del conjunto conventual, ubicado a un costado del claustro, donde está actualmente las oficinas del curato de la catedral, para 1538 ya se había aplanado el atrio del convento y es posible que los cimientos del templo y claustro, estuvieran ya edificados y se iniciara la construcción de las paredes.

El convento franciscano a partir de 1555 hasta el siglo XVIII, tendrá una serie de ampliaciones y remodelaciones, que conformaron su actual fisonomía, en cuanto a la ciudad a lo largo de la época colonial pocas trasformaciones sufrió, en el siglo XVII se construyen las iglesias de San José, San Nicolás y la Capilla Real,  se construyeron y se remodelaron los puentes de las tres barrancas que atraviesa la hondonada, al igual que aquellos, que año con año se construían para comunicar a la ciudad con los pueblos de San Esteban Tizatlán, Tlamahuco, San Juan Totolac y Acxotla del Rio.

La nobleza indígena que integraba el cabildo tlaxcalteca siempre tuvo presente el vínculo que unía a la provincia con la Corona,  a finales del siglo XVII y principio del XVIII, la elite gesto un discurso histórico que exaltaban a la provincia como baluarte de la Nueva España, para ello, se construyó la Capilla Real de indios,( hoy Tribunal Superior de Justicia) ubicada a un costado de la Plaza principal, no obstante, el edificio no perduró por haber construido en un terreno fangoso, que provocó el hundimiento del templo. El recinto albergo numerosas obras de arte, principalmente cuadros al óleo, de los cuatro señores de altepetl, del bautizo que recibieron a cargo del padre Juan Díaz y de la predicación del evangelio en la provincia por Santo Tomas, muchos de los cuadros fueron trasladados a la iglesia de San José, y al convento franciscano, a raíz del daño que sufrió el templo.

 A finales del siglo XVIII se construyeron en los límites de la ciudad otra serie de templos de menor envergadura, costeados por el clero diocesano como las iglesias del Vecino, Capilla de Santa Catarina, Capilla de Jesusito, Capilla de Jerusalén, Capilla de nuestra Señora de los Dolores, Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, Capilla y hospital de San Sebastián.

El auge y decadencia de la ciudad está ligada con los cambios que se generaron con la implantación del gobierno español en la provincia, si bien en los primeros años del siglo XVI, la ciudad era próspera y gozaba de un gran prestigio, con el surgimiento de la ciudad de Puebla de los Ángeles, que se convertirían con el paso del tiempo en la sede del obispado y en una de la ciudades más pujantes económicamente de la Nueva España, la importancia de la ciudad de Tlaxcala decayó.

 

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