Regular profesiones
No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo: Evelyn Beatrice Hall
¿Por qué algunos que no tienen título y cédula profesional tienen tanto miedo al Reglamento de la Ley de Profesiones, si ellos no están incluidos?
Al menos hasta el día de hoy, de las voces estruendosas que se hacen oír en redes sociales, no he visto un solo pronunciamiento de un profesional de la comunicación o el periodismo que se haya manifestado en contra de la publicación del Reglamento que tanto les irrita a los que tienen por lemas “libertad de extorsión” o “el chayote es sagrado”.
Los graznidos de aquellos ricos en ausencia de cátedra y academia son los más asustados, los más temerosos en salir a defender una profesión que les da el derecho a insultar, engañar, a timar, a perjudicar, a dañar y a molestar a aquellos que tienen una función pública a través de esas cuentas de redes sociales de dudosa reputación.
Mire usted, en Tlaxcala y en casi todas partes, todos parecen estar de acuerdo en que la salud debe estar en manos de profesionales.
Nadie cuestiona que un médico tenga título, cédula y certificación, al contrario, son signos de confiabilidad; nadie discute que un odontólogo, un ingeniero o un contador pasen por la academia y la regulación para ejercer, porque da confianza y seguridad contratar sus servicios.
La sociedad no lo ve como un atentado a la libertad de escoger quién la atiende, sino como una garantía básica de no caer en manos de improvisados. Así de simple.
Pero cuando se menciona la palabra “periodista” la reacción cambia, de pronto, aparecen el miedo entre algunos que no son sujetos del Reglamento de la Ley de Profesiones y comienzan a argumentar que habrá censura, intromisión del Estado o que se limitará la libertad de expresión. Nada más lejos de la verdad.
En la época de las cavernas, cuando el hombre descubrió el fuego, seguramente fue una experiencia traumática. Lo mismo está pasando entre un puñado de personas que se dicen reporteros y periodistas que tienen temor al cambio, a la profesionalización.
Siempre es más cómoda la ignorancia porque desde allí, se pueden justificar cualquier cantidad de pifias que dañan a la sociedad bajo la altanería del “¡Soy prensa!”, como si se tratara de un mecanismo de impunidad que permite romper toda regla y toda Ley.
Pedir el reglamento de la Ley de Profesiones hoy parece pecado ante muchos iletrados, faltos de formación profesional, como si eso concibiera siquiera ponerles bozal.
Y aquí está la interpolación incómoda: Si la sociedad exige profesionalismo para preservar su salud, ¿por qué no exigirlo también para preservar su derecho a estar bien informada?
Para algunos que no tienen las bases académicas, que creen que el mundo gira a su alrededor, el Reglamento de la Ley de Profesiones ni los topa pues, ese reglamento sólo aplica para los que tienen un título y una cédula.
La libertad de expresión la garantiza nuestra Carta Magna, no es una concesión dada ni gracia concedida de quien gobierna, es un derecho. Derecho que no está sujeto a ninguna condicionante que se promueva desde el Colegio de Periodistas y Comunicadores de Tlaxcala, quien diga lo contrario miente desde su mediocridad y lo repito nuevamente: Desde su deficiente comprensión lectora.
Porque la información también salva vidas, también previene abusos y también orienta decisiones públicas y privadas y eso, amigo lector, debe ser informado con objetividad, no a cambio de unos cuantos pesos para el “chesco”, “para la torta de tamal” o la “gasolina” de la que se sirven los migajeros.
Pero cuando la información está en manos inexpertas, sesgadas o abiertamente manipuladas, la consecuencia puede ser tan grave como un diagnóstico fallido. Fakenews les llaman.
La respuesta siempre termina en el mismo punto: Hace falta el Reglamento de la Ley de Profesiones para el Estado de Tlaxcala, publicada en 1986 y sin reglamentar casi cuarenta años después. Un vacío deliberado. Un limbo útil para quienes prefieren que nada cambie. Un terreno fértil para la simulación, el chayote y la extorsión.
Ese reglamento permitiría regular, de manera formal y jurídica, todas las profesiones de alto impacto social. No sólo salud, derecho, arquitectura o contaduría, sino también comunicación y periodismo.
Y lo haría sin tocar un solo milímetro de la libertad de expresión. Porque libertad de expresión no es lo mismo que ejercicio profesional del periodismo.
El primero es un derecho humano inalienable. El segundo es una actividad laboral que requiere técnica, ética, formación y responsabilidad.
Así como cualquiera puede opinar sobre política sin ser politólogo, cualquiera puede opinar en redes sin ser periodista. Eso no está en discusión. Pero el periodismo —el que investiga, contrasta, narra, verifica, expone y rinde cuentas— necesita profesionalizarse y regularlo no elimina voces: Elimina abusos y garantiza el apego a los hechos.
Mientras tanto, el Colegio de Periodistas y Comunicadores de Tlaxcala ya hizo su parte. En sus artículos constitutivos —a partir del 38— se establece un sistema para acreditar periodistas, verificar medios, revisar faltas éticas y operar una defensoría de audiencias.
Es decir, ya existe una ruta. Sólo falta que el gobierno del estado libere la pieza que lo hace posible: El reglamento. Sin eso, todas las reuniones que estamos sosteniendo con la clase política se quedan en buena voluntad y papeles firmados que serán archivados quien sabe dónde.
La gobernadora Lorena Cuéllar ha dicho que está comprometida con los derechos, la transparencia y la profesionalización. Pues aquí tiene la ocasión perfecta para demostrarlo. Vuelvo a decirlo, no es un reclamo. Es un recordatorio.
Y también es una invitación a cerrar un pendiente histórico que, dicho sea de paso, ya está resuelto en otras 8 entidades que ya cuentan con leyes y reglamentos de profesiones plenamente vigentes.
Tlaxcala no tiene esa herramienta normativa. Y la ausencia tiene costo, el abuso y la multiplicación exponencial de supuestos sitios de noticias de redes sociales y supuestos periodistas.
Cualquiera puede ejercer su derecho a publicar lo que le venga en gana en redes sociales, blogs o comunidades digitales lo que quiera y seguirá siendo así.
Desde el Colegio de Periodistas y Comunicadores de Tlaxcala defenderemos el derecho de todos los tlaxcaltecas y mexicanos a decir cualquier barbaridad que quieran porque ese es su derecho, cualquier cosa sin un marco de responsabilidad.
Hoy el periodismo está secuestrado por una pandilla de personajes facciosos, está atrapado entre intereses políticos, opinadores de ocasión, “influencers noticiosos” y periodistas reales que sí arriesgan la vida para conseguir información.
Regular no es censurar. Acreditar no es callar. Profesionalizar no es domesticar. Es ordenar. Es transparentar. Es proteger a las audiencias. Es reconocer quién sí hace periodismo y quién simplemente opina. Es establecer un piso parejo para todos.
Y sobre todo, es entender que la libertad se fortalece con instituciones, no con ocurrencias o impunidad sin responsabilidad.
Porque si la sociedad exige médicos profesionales para confiar en un diagnóstico, también tiene derecho a exigir periodistas profesionales para confiar en la verdad.
Y la verdad, no se improvisa.
¿Miedo a que tienen?
¿Miedo a que los respalde la academia?
¿Miedo a que se les pague mejor?
¿Miedo a ser respetado?
¿Miedo a ser reconocido?
¿Miedo a tener autoridad moral?
¿Miedo a crecer intelectualmente?
¿Miedo a que?
¿Miedo a lucrar con las víctimas que iba a defender por puritita convicción?
A la fecha, no he visto profesionales de la salud (Médicos, especialistas, enfermeras, odontólogos, psiquiatras), abogados, contadores, arquitectos o ingenieros, protestando porque se les exige su cédula profesional.
La sociedad merece periodistas confiables, profesionales, titulados y con cédula profesional, para garantizar su derecho a la información.
El gremio periodístico, necesita urgentemente auto vacunarse contra los usurpadores.
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Alejandro Aguilar Gómez, licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Altiplano, es periodista y empresario de medios con más de tres décadas de trayectoria. Fundador y CEO de Grupo Monitor, dirige los portales digitales Monitor Xpress y MX en la Noticia. Ha sido jefe de información en prensa escrita, director de noticiarios radiofónicos y consultor en marketing político y comunicación estratégica. Es Presidente Fundador del Colegio de Periodistas y Comunicadores de Tlaxcala A.C. (2025-2029) y ha recibido 2 Doctorados Honoris Causa por su contribución al periodismo en México. Reconocido especialista en comunicación social, marketing digital y gestión de crisis, combina la praxis periodística con la consultoría política y la innovación en tecnologías de opinión pública.
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