🕯️ Vigilar al pueblo es temerle: la democracia no se espía

🕯️ Vigilar al pueblo es temerle: la democracia no se espía

La nueva Ley del Sistema Nacional de Inteligencia en Materia de Seguridad Pública, mejor conocida como "La Ley Espia" no protege: persigue. Tlaxcala y México necesitan garantías, no pretextos para la vigilancia política.

“No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse.”
— Lucas 12:2 (NVI)

I. 👁️🗨️ El ojo que todo lo ve no busca seguridad: busca control
En un país donde la impunidad reina y los crímenes contra periodistas siguen sin castigo, el gobierno decide mirar hacia otro lado: hacia los celulares, los mensajes, los pensamientos.

La nueva Ley del Sistema Nacional de Inteligencia en Materia de Seguridad Pública, disfrazada de escudo contra el crimen, es en realidad una lupa sobre la ciudadanía crítica.

No es paranoia: es antecedente. La vigilancia ya existía, pero ahora quieren legalizarla.

Nos dicen que es para protegernos, pero:
¿Desde cuándo la protección necesita permiso para espiar?
¿Desde cuándo la democracia necesita rastrear a quienes la cuestionan?

Ahora, cualquier autoridad de seguridad —desde la Guardia Nacional hasta las policías estatales— puede monitorear tus movimientos, rastrear tu celular, revisar tus mensajes y geolocalizar tu presencia sin que te enteres, sin que un juez lo autorice, sin que hayas cometido un delito.

Todo, en nombre de la “seguridad nacional”.

Pero ¿quién define qué es una amenaza?
¿Quién decide si una periodista incómoda, una madre que protesta o un activista ambiental es una “sospechosa”?

Y la pregunta que arde es:
¿Quién decide quién merece ser observado?
¿Quién garantiza que esa vigilancia no se use contra periodistas, defensoras, activistas, comunidades que resisten, voces que no obedecen?

II. 🔍 Tlaxcala no está fuera del radar: está en la mira
Aquí, donde el poder político presume estabilidad pero calla crímenes, esta ley llega como anillo al dedo.

Porque en un estado donde:
* Las desapariciones no se investigan.
* Las fiscalías filtran más de lo que resuelven.
* Las policías no protegen a la ciudadanía, sino a los gobernantes...

¿Qué crees que harán con el poder de espiar sin rendir cuentas?

Mientras los feminicidios se maquillan y la prensa crítica es marginada, ahora el Estado podrá observarnos legalmente… pero no escucharnos moralmente.

Lo grave no es solo lo que permite.
Lo peligroso es a quién se lo permite, en qué condiciones y con qué intención política.

Esta ley y las reformas relacionadas crean un nuevo marco legal para que autoridades de seguridad pública y nacional —como la Guardia Nacional, el CNI o la SSPC— puedan recabar, almacenar y compartir información de inteligencia… sin necesidad de control judicial previo.

En teoría, está diseñada para prevenir delitos de alto impacto como el narcotráfico, el terrorismo y el crimen organizado.

En la práctica, abre la puerta a la vigilancia política, al espionaje civil y a la criminalización de la disidencia.

III. ⚠️ ¿Seguridad o sumisión?
Nadie niega la crisis de violencia.
Pero esta ley no garantiza protección: garantiza miedo.

* La paz no se construye desde el espionaje.
* La justicia no se impone desde las cámaras.
* La libertad no se preserva desde la amenaza constante.

Decir que la vigilancia masiva es la solución es como apagar un incendio con gasolina: lo único que se propaga es el control, no la justicia.

Nos dicen que es para combatir al crimen organizado.
Nos juran que es por nuestra seguridad.

Pero si eso fuera cierto:
* ¿Por qué se oculta el verdadero alcance de la ley?
* ¿Por qué no hay mecanismos de rendición de cuentas?
* ¿Por qué se votó sin debate abierto, sin audiencias públicas, sin escuchar a la prensa, a los ciudadanos o a los defensores de derechos humanos?

Porque no quieren combatir al crimen.
Quieren controlar el miedo.
Y con miedo, se gobierna sin resistencia.
El silencio que se impone por miedo no es paz: es represión.
Y lo llaman “orden”.

IV. 🛑 ¿Quién vigila al que vigila?
Esa es la única pregunta que importa.

Si no hay jueces que frenen estos actos,
si no hay congresos que los fiscalicen,
si no hay prensa que lo denuncie...

Entonces estamos en manos de quienes pueden vernos… pero no pueden ser vistos.

Eso ya no es democracia: es vigilancia con rostro de Estado.
Es control disfrazado de protección.

Hoy te dicen que es por tu seguridad.
Mañana usarán esa misma excusa para perseguir tu palabra.

Hoy monitorean redes por “riesgo potencial”.
Mañana la crítica será sospechosa.
La columna será prueba.
Y el silencio será exigencia.
Y mañana, lo que hoy te indigna, será usado en tu contra.

V. ⚖️ ¿Qué clase de país estamos permitiendo?
Hoy es por seguridad.
Mañana será por ideología.
Hoy son las cámaras.
Mañana serán los pensamientos.
Hoy dicen que no afecta a los buenos.
Mañana dirán que tú ya no eres uno de ellos.

La “Ley Espía” no es solo una norma:
Es el síntoma de un régimen que ya no se siente obligado a esconder su autoritarismo.

No nos están protegiendo: nos están cercando.

VI. 📌 ¿La Ley Espía también aplicará para los políticos?
Una de las grandes omisiones —y trampas— de esta legislación es que no queda claro si el aparato de vigilancia también se usará contra quienes ostentan el poder.

Porque si la ley es “para prevenir delitos”, ¿se aplicará a:
* Gobernadores sospechosos de desvíos?
* Exfuncionarios con cuentas pendientes en la ASF?
* Alcaldes que usan recursos públicos para campañas?
* Políticos que se enriquecen a costa del erario?

¿O sólo es para “vigilar” a la ciudadanía crítica, como ya se ha hecho con periodistas, defensores de derechos humanos, colectivos de búsqueda, ambientalistas y opositores locales?

Porque ya vimos cómo actúa este gobierno:
Prometió no perdonar a los expresidentes...
Y no vimos a ninguno tras las rejas.
Prometió “moralizar al poder”…
Y terminó normalizando el abuso desde el poder.
Prometió justicia...
Y hoy lo que tenemos es impunidad blindada con propaganda.

VII. 🧭 ¿Por qué levantar la voz desde aquí?
Porque desde El Carmen Tequexquitla, desde cualquier rincón sin reflectores, la libertad sigue siendo un deber, no una concesión.

Porque si una ley permite espiar sin reglas, sin jueces, sin límites… no es ley: es abuso redactado en papel oficial.

Porque en un país donde el poder vigila al pueblo y no al crimen, la democracia está al revés.

🧩 Conclusión: La libertad no se observa, se ejerce
La “Ley Espía” no es una medida de seguridad.
Es una advertencia de lo que viene si no reaccionamos.

Porque lo que sigue no es solo monitoreo.
Es autocensura.
Es persecución selectiva.
Es criminalización de la crítica.
Es la extinción lenta del pensamiento libre.

Esta ley es una señal.
No solo de vigilancia, sino de lo que el Estado teme:

* Teme la crítica.
* Teme la verdad.
* Teme el despertar de los pueblos.

Y mientras ese temor exista, debemos ser aún más valientes.
No callar.
No ceder.
No acostumbrarnos a vivir vigilados como si fuera normal.

Porque si permitimos que nos miren en silencio,
pronto nos quitarán también el derecho a hablar.

✍️
Victoria Aburto
Periodista | Comunicadora crítica
Voz incómoda de la justicia social
Desde El Carmen Tequexquitla, Tlaxcala
“La conciencia no tiene partido. La palabra tampoco.”

Comentarios